Entrando al Lugar Santísimo Parte 1 y 2

Entrando a la Presencia del Altísimo

Por: Juan Carlos Mosquera
Pastor Maranatha

HEBREOS 10: 19-25
INTRODUCCION: En el Antiguo Pacto el acceso a la presencia de Dios estaba limitado a los sacerdotes que ministraban en el Templo. Cada día ingresaban a este Lugar del Templo para ofrecer incienso a Dios que representa alabanza y cada año para presentar sacrificio de expiación por los pecados del pueblo. El común de la gente solamente tenía acceso a los atrios del templo donde presentaban ante el sacerdote la ofrenda o animal para estos sacrificios. Luego el sacerdote pasaba al Lugar Santo y de allí al Lugar Santísimo. El sacrificio de Jesús quita todo este proceso y permite a cualquier persona con libertad y por medio de la sangre ingresar al lugar de la presencia de Dios. A pesar de esta libertad la Biblia nos enseña como debemos acercarnos a ese lugar y que provocará en nosotros. Debemos acercarnos de la manera correcta.

PARTE -1

1. COMO NOS ACERCAMOS A LA PRESENCIA DE DIOS?

A. CON CORAZÓN SINCERO, HEBREOS 10: 22a. El corazón sincero es la primera característica que demanda Dios para acercarnos a su presencia. Recordemos que hay dos personas a las cuales no podemos engañar, a nosotros mismos y a Dios. Por más que tratemos de esconder algo delante de Dios o no ser nosotros mismos Dios lo conocerá. El conoce lo más profundo de nuestro corazón Es por esto que Dios necesita nuestra humilde sinceridad. Tengamos en cuenta que el mayor propósito de estar delante de la presencia de Dios es transformarnos, cambiarnos y la manera de Dios hacerlo es cuando reconocemos y pedimos a El está transformación. Aunque Dios conoce nuestras falencias y debilidades el espera nuestro sincero reconocimiento y dependencia y nuestra sincera confesión. Recuerda, sinceridad delante de Dios a cara descubierta. 2 Corintios 3: 18.

B. EN PLENA CERTIDUMBRE DE FE, HEBREOS 10: 22b. Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay y esa fe es la manera de agradar a Dios (Hebreos 11: 6). Debemos estar plenamente convencidos que al acercarnos a Dios El está ahí y nos recibe. Confiados en su amor y su su misericordia. Confiado en sus promesas. Creyendo que el que viene a El, no le echa fuera. El problema de muchos no es el no creer que Dios exista sino que no tiene la fe para acercarse a Dios. Lo contrario a la fe es el temor. No tengas temor de acercarte a Dios pues no hay juicio ni condenación para el que está en Cristo. La sangre de Jesús quita lo que podría traernos juicio que es el pecado. Esto nos da la seguridad y confianza para creer que Dios nos recibe.

PARTE - 2

 C. PURIFICADOS LOS CORAZONES DE MALA CONCIENCIA 10: 22c. La conciencia es la facultad del ser humano para elaborar juicios personales de carácter moral y ético sobre lo que está bien o mal, con relación a uno mismo y a los demás. Es, pues, el conocimiento interno del bien y del mal. Conocimiento reflexivo de las cosas. Es la actividad mental a la que solo puede tener acceso el propio sujeto o persona. Cuando elaboramos estos juicios personales podemos correr el riesgo de detenernos allí y no seguir hacia adelante quedando en un estado de culpabilidad. La Biblia llama a esto CONDENACIÓN y también nos llama la atención a no estar en ese estado. La condenación viene como resultado de olvidar que todo pecado confesado a Dios ha sido borrado por la sangre de Jesús y Dios ya no tiene memoria de el. El hombre en un estado de condenación no tiene la seguridad y libertad completa para acercarse a Dios esperando un juicio de su parte. Romanos 8: 1.

 D. LAVADOS LOS CUERPOS CON AGUA PURA. HEBREOS 10: 22d. El Agua es tipo dela Palabra de Dios. Para estar delante de Dios debemos estar expuestos a su Palabra. La Palabra de Dios es la manera en la cual conocemos a Dios, de su gracia, amor y misericordia que nos acepta en su presencia. Nos enseña acerca de nuestros derechos como hijos de Dios y que en Cristo Jesús somos aceptos. Pero también es la Palabra de Dios una ayuda para mantenernos limpios. La sangre de Jesús nos limpia cuando pecamos pero la Palabra de Dios nos ayuda a alejarnos del pecado y nos previene de lo único que puede alejarnos de la presencia de Dios, el pecado. Ezequiel 36: 25