LA HISTORIA DEL UNIVERSO
del Libro de Melquisedec
TESOROS DE QUMRAM
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Gracias al Eterno por este Maravilloso
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Tesoros de Qumram, que por muchos años estuvieron
ocultos y en estos tiempos tenemos el privilegio,
de conocerlos y disfrutarlos.
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CUAL ES EL ORIGEN DEL UNIVERSO? algunos las hemos manifestado públicamente en el colegio, la universidad, iglesias o en nuestra casa a nuestra familia y otros entre ellos científicos, físicos, astrónomos y otros etc. que siguen trabajando investigando para dar respuesta a la humanidad.
Estos maravillosos escritos que poco a poco
daremos a conocer solo son una parte del gran rompecabezas cósmico que cada día se va armando,
ya que nos acercamos al final de los tiempos.
Porque esta escrito que así seria:
"en lo últimos tiempos el misterio seria revelado"
solo las hemos guardado en el corazón.
Esperando pacientemente resolver la incognita...
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Puedes ver la primera parte de la serie
TESOROS DE QUMRAM PARTE 1
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Yazzmin Batya
(Un relato escrito por Melquisedec)
Historia del Universo Capítulo 1
Revelaciones que un ángel
del Señor manifestó a Melquisedec en un sueño que tuvo lugar la noche siguiente
a su coronación, un año después de recuperar el cetro de Salem, habiendo pagado
el precio de su rescate con dolor y sangre.
Capítulo 1
El Eterno vivió una
eternidad antes de crear el Universo. Mundo de Luz. Monte Sión.
Río de la vida. Jardín de
Edén. Jerusalén, la ciudad de paz.
Lucifer, el primogénito de
los ángeles. Leyes del gobierno divino. Libertad de escoger.
Ángeles, ministros del reino
de la luz.
Universo. Abismo de
tinieblas, prueba de fidelidad. Separación entre la luz y las tinieblas.
1 Antes que existiese una
estrella para brillar, antes que hubiese ángeles para cantar, ya había un
cielo, el hogar del Eterno, el único Dios. Perfecto en sabiduría, amor y gloria,
vivió el Eterno una eternidad, antes de concretizar Su lindo sueño, en la
creacióndel Universo.
2 Los incontables seres
que componen la creación fueron, todos, idealizados con mucho cariño.
Desde el diminuto átomo
hasta las gigantescas galaxias, todo mereció Su suprema atención. Amador de la
música, Dios idealizó el Universo como una gran orquesta que, bajo Su regencia,
debería vibrar acordes armoniosos de justicia y paz.
Para cada criatura Él
compuso una canción de amor.
3 El Eterno estaba muy
feliz, pues Sus sueños estaban por realizarse. Moviéndose con majestad, inició
Su obra de creación. Sus manos moldearon primeramente un mundo de luz, y sobre
él una montaña fulgurante sobre la cual estaría para siempre afirmado el trono
del Universo.
4 Al monte sagrado Dios
llamó: Sión. De la base del trono, el Eterno hizo brotar un río cristalino,
para representar la vida que de Él fluiría hacia todas las criaturas.
Como sala del trono, creó
un lindo paraíso que se extendía por centenas de kilómetros alrededor del monte
Sión.
Al paraíso llamó: Edén. Al
sur del paraíso, en ambos márgenes del río de la vida, fueron edificadas
numerosas mansiones adornadas de piedras preciosas, que se destinaban a los
ángeles, los ministros del reino de la luz.
5 Circundando el Edén y
las mansiones angelicales, construyó Dios una muralla de jaspe brillante, a lo
largo de la cual podían ser vistos grandes portales de perlas.
Con alegría, el Eterno
contempló la Capital soñada. La ciudad en su esplendor era como una novia
adornada, pronta para recibir a su esposo.
6 Cariñosamente, el gran
Arquitecto la llamó: Jerusalén, la Ciudad de la Paz.
Dios estaba por traer a la
existencia a la primera criatura racional. Sería un ángel glorioso, de entre
todos el de mayor honra. Adornado por el brillo de las piedras preciosas, ese ángel
viviría sobre el monte Sión, como representante del Rey de reyes delante del Universo.
7 Con mucho amor, el
Creador comenzó a moldear al primogénito de los ángeles.
Toda sabiduría aplicó al
formarlo, haciéndolo perfecto. Con ternura le concedió la vida; el hermoso
ángel, como despertando de un profundo sueño, abrió los ojos y contempló la faz
de su Autor.
Con alegría, el Eterno le
mostró las bellezas del paraíso, hablándole de Sus planes, que comenzaban a
concretizarse.
8 Al ser conducido al
lugar de su morada, junto al trono, el príncipe de los ángeles estaba
agradecido y, con voz melodiosa, entonó su primer cántico de alabanza.
De las alturas de Sión, se
descubría, a los ojos del hermoso ángel, Jerusalén en su inmensidad y
esplendor.
El río de la vida, al
deslizar sereno en medio de la Ciudad, se asemejaba a una larga avenida,
reflejando las bellezas del jardín del Edén y de las mansiones angelicales.
9 Envolviendo al
primogénito de los ángeles con Su manto de luz, el Eterno comenzó a hablarle de
los principios que habrían de regir el reino universal.
Leyes físicas y morales
deberían ser respetadas en toda la extensión del gobierno divino.
Las leyes morales se resumían en dos
principios básicos: amar a Dios sobre todas las cosas al prójimo como a Sí
mismo. Cada criatura racional debería ser un canal por medio del cual el Eterno
pudiese derramar a otros vida y luz.
De esa forma, el Universo
crecería en armonía, felicidad y paz.
10 En el reino de Dios,
las leyes no serían impuestas con tiranía; Los súbditos serían libres.
La obediencia debería
surgir espontánea, en un gesto de reconocimiento y gratitud.
En ese reino de libertad,
la desobediencia también sería posible. El resultado de tal comportamiento
sería el vaciamiento de las fuerzas vitales.
11 Después de revelar al
hermoso ángel las leyes de Su gobierno, el Eterno le confió una misión de gran
responsabilidad: sería el protector de aquellas leyes, debiéndolas honrar y
revelar al Universo listo para ser creado.
Con el corazón rebosante
de amor a Dios y a los semejantes, le correspondería ser un modelo de perfección:
sería Lucifer, el portador de la luz.
El príncipe de los
ángeles; agradecido por todo, se postró ante el amoroso Rey, prometiéndole
eterna fidelidad.
El Eterno continuó Su obra
de creación, trayendo a la existencia a innumerables huestes de ángeles, los
ministros del reino de la luz.
12 La Ciudad Santa fue
poblada por esas criaturas radiantes que, felices y agradecidas, unían las
voces en bellísimos cánticos de alabanza al Creador.
Dios traía ahora a la
existencia el Universo que, repleto de vida, giraría entorno de Su trono afirmado
en Sión.
Acompañado por Sus
ministros, partió hacia la grandiosa realización.
Después de contemplar el
vacío inmenso, el Eterno levantó las poderosas manos, ordenando la
materialización de las multiformes maravillas que habrían de componer el Cosmos.
13 Su orden, cual trueno,
repercutió por todas partes, haciendo surgir, como por encanto, galaxias sin
número, repletas de mundos y soles —paraísos de vida y alegría —, todo girando
armoniosamente entorno del monte Sión.
Al presenciar tan grande hecho
del supremo Rey, las huestes angelicales se postraron, haciendo repercutir por el
espacio iluminado un cántico de triunfo, en salutación a la vida.
14 Todo el Universo se
unió en ese cántico de gratitud, en promesa de eterna fidelidad al Creador.
Guiados por el Eterno, los ángeles comenzaron a conocer las riquezas del Universo.
En esa excursión sideral,
estaban admirados ante la inmensidad del reino de la luz. Por todas partes
encontraban mundos habitados por criaturas felices que los recibían en fiesta.
Los ángeles nos saludaban
con cánticos que hablaban de las buenas nuevas de aquel reino de paz.
15 Tan preciada como la
vida, la libertad de escoger, a través de la cual las criaturas podrían
demostrar su amor al Creador, exigía una prueba de fidelidad.
Con el propósito de
revelarlo, el Eterno condujo las huestes por entre el espacio iluminado, hasta aproximarse
a un abismo de tinieblas que contrastaba con el inmenso brillo de las galaxias.
A lo lejos, ese abismo se
había revelado insignificante a los ojos de los ángeles, como un puntillo sin
luz; pero a medida de su acercamiento, se mostró en su enormidad.
16 El Creador, que a cada
paso revelaba a los ángeles los misterios de Su reino, estaba allí silencioso,
como guardando para Sí un secreto.
Las tinieblas de aquel abismo consistían en la
prueba de la fidelidad. Volteándose hacia las huestes, el Eterno solemnemente
afirmó: —"Todos los tesoros de la luz estarán abiertos a vuestroconocimiento,
menos los secretos ocultos por las tinieblas.
Sois libres para servirme
o no.
Amando la luz estaréis
ligados a la Fuente de la Vida". —
17 Con estas palabras,
hizo Dios separación entre la luz y las tinieblas, el bien y el mal.
El Universo era libre para escoger su destino.
Historia del Universo Capítulo 2
Capítulo 2
Una eternidad de armonía y
paz. Lucifer, trasmisor de las revelaciones del Padre a sus ángeles.
Asambleas en planetas
capitales.
La obediencia a las leyes
divinas, fundamento de progreso y felicidad. Lucifer es atraído por las
tinieblas del abismo.
Lucifer, creado para la
Luz. Intervención de un Padre amoroso. La gran lucha interior de Lucifer.
El don del libre albedrío.
Teoría de la ciencia del bien y del mal.
Fundamentos del reino del
Eterno. Traición de Lucifer y de un tercio de las huestes.
El Eterno advierte sobre
el rompimiento de la Fuente de la Vida. El Universo puesto a prueba.
El inconsolable llanto del
Padre. El misterioso abismo, significado simbólico del reino de la rebeldía.
Comienzo de la creación
del planeta Tierra.
1 El tan esperado sueño
del Creador se concretizaba. Ahora, como Padre cariñoso, conducía a las
criaturas a través de una eternidad de armonía y paz.
En virtud del cumplimiento
de las leyes divinas, el Universo se expandía en felicidad y gloria.
Había un fuerte celo de
amor, que a todos unía fuertemente.
Los seres racionales,
dotados de la capacidad de un desenvolvimiento infinito, encontraban
indescriptible placer en aprender los inagotables tesoros de La Sabiduría
divina, transmitiéndolos a los semejantes.
Eran como canales por medio de los cuales La
Fuente de la Eterna Vida nutría a todos de amor y luz.
2 En Jerusalén, los
ministros del reino se reunían ante el soberano Rey, siempre prontos a cumplir
Sus propósitos.
Era a través de Lucifer
que el Eterno ponía de manifiesto Sus designios.
Después de recibir una
nueva revelación, él prontamente la transmitía a las huestes angelicales.
Éstas, a su vez, la
compartían con la creación.
En célebre vuelo los
ángeles se dirigían hacia los planetas capitales, donde, en grandes asambleas,
se reunían los representantes de los demás mundos.
En muchas de esas
asambleas, Lucifer se hacía presente, llenando a los participantes de alegría y
de admiración.
Perfecto en todas las
virtudes, él los cautivaba con su simpatía.
3 Ningún otro ángel
conseguía revelar como él los misterios del amor del Eterno.
El Universo, alimentándose
de la Fuente de la Vida, se expandía en una eternidad de perfecta paz.
La obediencia a las leyes
divinas era el fundamento de todo progreso y felicidad.
Aunque conscientes del
libre albedrío, jamás había subido al corazón de ninguna criatura el deseo de
apartarse del Creador. Así fue por mucho tiempo, hasta que tal problema
irrumpió en la vida de aquél que era el más íntimo del Eterno.
4 Lucifer, que había
dedicado su vida al conocimiento de los misterios de la luz, se sintió poco a
poco atraído por las tinieblas. El Rey del Universo, a los ojos de quien nada
puede ser encubierto, acompañó con tristeza sus pasos en el camino descendente
que lleva a la muerte.
Al principio, una pequeña
curiosidad llevó a Lucifer a aproximarse a aquél abismo profundo.
Contemplándolo, comenzó él
a indagar el porqué de no poder comprender su enigma.
5 Regresando a su lugar de
honra, junto al trono, se postró ante el divino Rey, suplicándole: —Padre, dame
a conocer los secretos de las tinieblas, así como me revelas la luz.
— Ante la petición del
hermoso ángel, el Eterno, con voz expresiva de de que el Creador no le
revelaría los tesoros de las tinieblas, Lucifer decidió comprender por sí mismo
el enigma. Se Juzgaba capacitado para tanto.
Con esta triste decisión,
el príncipe de los ángeles permitió que surgiese en su corazón una mancha de
pecado que podría traer una catástrofe para el Universo.
6 Solo Dios sabía lo que
pasaba en el corazón de Lucifer. El ángel, que había sido creado para ser el
portador de la luz, estaba divorciándose en pensamientos del bondadoso Creador
que, en un esfuerzo de impedir el desastre, le rogaba permanecer a Su lado. Una
tremenda lucha comenzó a trabarse en su interior.
El deseo de conocer el
sentido de las tinieblas era inmenso, con todo, los ruegos de aquél amoroso
Padre, a quién no quería también perder, lo torturaban.
Viendo el sufrimiento que
su actitud causaba al Creador, a veces demostraba arrepentimiento, pero volvía
a caer.
7 Antes de crear el
Universo, Dios ya había previsto la posibilidad de una rebelión.
El riesgo de conceder
libertad a las criaturas era inmenso, mas, sin este don, la vida no tendría
sentido. El Eterno no quería reinar sobre robots, programados para hacer solamente
Su voluntad.
El quería que la
obediencia fuese fruto del reconocimiento y del amor, por eso decidió correr el
gran riesgo.
Aunque proseguía en la
búsqueda del sentido de las tinieblas, Lucifer no pretendía abandonar la luz.
8 Se esforzaba por llegar
a una combinación entre esas partes que, en el reino del Eterno, coexistían
separadas.
Finalmente, con un
sentimiento de exaltación, concibió una teoría engañosa, que pretendía
presentar al Universo como un nuevo sistema de gobierno, superior al gobierno
del Eterno. Denominó a su teoría “la ciencia del bien y del mal".
Estructurada en la lógica,
la ciencia del bien y del mal se reveló atrayente a los ojos de Lucifer,
pareciendo descorrer un sentido de vida superior a aquél ofrecido por el Creador,
cuyo reino posibilitaba solamente el conocimiento experimental del bien.
9 En el nuevo sistema,
habría equilibrio entre el bien y el mal, entre el amor y el egoísmo, la luz y
las tinieblas. A lo largo del tiempo en que madurara en su mente la ciencia del
bien y del mal, Lucifer sabría guardarla en secreto delante del Universo.
Continuaba en su puesto de
honra, cumpliendo la función de Portador de la Luz.
Sin embargo, por más que procuraba fingir, su
semblante ya no revelaba alegría en servir al Eterno. El divino Rey, que sufría
en silencio, procuraba, por medio de Sus revelaciones de amor, preparar a las
criaturas racionales para la gran prueba que se aproximaba.
10 Sabía que muchos darían
oído a la tentación, volviéndole la espalda. La noche de la prueba haría
sobresalir, sin embargo, a los verdaderos fieles —aquéllos que servían al Creador
no por interés, sino por amor.
—Al ver que la hora de la prueba
llegaba, y que Lucifer estaba listo para traicionarlo delante del Universo, el
Eterno, que jamás había cesado de revelar los tesoros de su sabiduría, se torno
silencioso y contemplativo.
11 El silencio hizo
revivir en el corazón de las huestes el recuerdo de aquella primera excursión
sideral, cuando, después de mostrarles las riquezas del reino de la luz, Dios se
tornó silencioso ante aquél abismo. Se acordaban de Sus palabras: "Todos
los tesoros de la luz estarán abiertos a vuestro conocimiento, menos los
secretos ocultos por las tinieblas.
Sois libres para servirme
o no. Amando la luz estaréis ligados a lafuente de la vida”.
Lucifer, que había comenzado a codiciar el
trono de Dios, le indagó el motivo de Su silencio.
El Creador, contemplándolo
con infinita tristeza, le dijo: "Ha llegado la hora de las tinieblas. Tú
eres libre para realizar sus propósitos”.
12 Viendo que el momento
propicio para la propagación de su teoría había llegado, Lucifer convocó a los
ángeles para una reunión especial.
Las huestes, deseosas de conocer
el significado del silencio del Padre, tomaron sus lugares junto al magnífico ángel,
que siempre les había revelado los tesoros del reino de la luz.
Lucifer comenzó su
discurso exaltando, como de costumbre, el gobierno del Eterno.
En una amplia retrospectiva,
les recordó las grandiosas revelaciones que los habían enriquecido en toda
aquella eternidad.
13 El silencio divino, lo
presentó como siendo la indicación de que el Universo había alcanzado la
plenitud del conocimiento que provenía de la luz. Callando, el Eterno les abría
camino para el entendimiento de misterios aún no soñados, guardados hasta entonces
más allá de los límites de Su gobierno.
Sorprendidas, las huestes
tomaron conocimiento de la experiencia de Lucifer sobre las tinieblas.
Con elocuencia, él les habló
de la ciencia del bien y del mal, indicándola como el camino de las mayores realizaciones.
14 El efecto de sus
palabras pronto se hizo sentir en todo el Universo.
La pregunta era decisiva y
explosiva, generando por primera vez discordia.
Los seres racionales, en su prueba, habrían de
optar por permanecer solamente con el conocimiento de la luz, el cual Lucifer
afirmaba haber llegado a su límite, o aventurarse en el conocimiento de la ciencia
del bien y del mal.
En el comienzo, los
ángeles se debatieron ante la pregunta, siendo luego después todo el Universo
puesto a prueba.
Parecía que la ciencia del
bien y del mal habría de arrebatar la mayor parte de las criaturas, sin
embargo, poco a poco, muchos que al principio se empaparon con la teoría, despertaron
de la ilusión de la misma, reafirmando su fidelidad al reino de la luz.
15 Al final de ese
conflicto, que se arrastró por largo tiempo, se reveló un tercio de las estrellas
del cielo al lado de Lucifer, y las restantes, aunque conmocionadas por la prueba
al lado del Eterno. La ciencia del bien y del mal fue proclamada por Lucifer como
un nuevo sistema de gobierno.
¿Pero cómo ejercerlo, si
el Eterno continuaba reinando en Sión? Necesitaban encontrar una manera de
bajarlo de allí.
El consejo, formado por
los ángeles rebeldes, comenzó a tratar de eso. Decidieron, finalmente, solicitarle
el trono por un tiempo determinado, en el cual podrían demostrar la excelencia
del nuevo sistema de gobierno.
En caso de que fuese
aprobado por el Universo, el nuevo sistema se establecería para siempre; en
caso contrario, el dominio retornaría al Creador.
16 Fue así que Lucifer,
acompañado por sus huestes, se aproximó arrogante delante de Aquél Padre
sufridor, haciéndole tal petición. El Eterno no era ambicioso, sólo quería el
bien para Sus criaturas.
Si la ciencia del bien y
del mal consistiera realmente en un bien mayor, no Se opondría a su
implantación, cediendo el trono a sus defensores.
Más Él sabía que aquel
camino conduciría a la infelicidad y a la muerte.
Movido por Su amor protector,
el Creador desatendió la petición de las huestes rebeldes, que se apartaron enfurecidas.
17 Al serles negado el
trono, Lucifer y sus huestes comenzaron a acusar al divino Rey, proclamando ser
su gobierno de tiranía. Afirmaban ser su permanencia en el trono la más patente
demostración de Su arbitrariedad.
¿No les había concedido
libertad de escoger? ¿Por qué neutralizarla ahora, impidiéndoles poner en
práctica un sistema degobierno superior? Las acusaciones de las huestes rebeldes
repercutieron por todo el Universo, haciendo parecer que el gobierno del Eterno
era injusto.
Esto trajo profunda angustia
a aquellos que permanecían fieles al reino de la luz.
18 No sabiendo como
refutar tales acusaciones, esas criaturas, enmudecidas por el dolor moral,
anhelaban el momento en que nuevas revelaciones procedentes del Creador
pudiesen aclararles los misterios de ese gran conflicto.
Las acusaciones y blasfemias
de las huestes rebeldes alcanzaron el punto culminante cuando el Eterno, en un
gesto sorprendente, se levantó de Su trono, como pronto a dejarlo.
Los infieles, en la
expectativa de una conquista, se aquietaron, mientras que un sentimiento de temor
penetraba en el corazón de los súbditos de la luz.
19 ¿Entregaría Él el
dominio de toda la creación, para librarse de las vilesacusaciones? De acuerdo
con la lógica a partir de la cual Lucifer fundamentaba sus enseñanzas, no le
quedaba otra alternativa al Creador.
En esta tremenda
expectativa, el Universo acompañaba los pasos de Dios.
En un gesto de humildad,
el Creador Se despojó de Su corona y de Su manto real, colocándolos sobre el
blanco trono.
En Su semblante no había
expresión de resentimiento o de ira, sino de infinito amor y tristeza.
Con solemnidad, el Eterno
proclamó que el momento decisivo había llegado, cuando cada criatura debería
sellar su decisión al lado de la luz o de las tinieblas.
20 En una amplia
revelación, alertó de las consecuencias de un rompimiento con la Fuente de la
Vida.
Con una mirada de ternura
el Creador contempló a sus hijos. Era una mirada de humildad, que lleno de
amor, suplicaba para que permanecieran a Su lado.
Incontables criaturas,
conmovidas, correspondieron a Su mirada de bondad, mientras que una multitud se
mantuvo cabizbaja. Lucifer y sus seguidores estaban conscientes de la seriedad
de aquel momento.
Todavía era posible dar
vuelta atrás en sus planes, entregándose arrepentidos al divino Padre que
siempre los había amado.
21 Mientras cabizbajos
consideraban sobre la decisión final, Lucifer y sus adeptos oyeron el cántico
de aquellos que, en reconocimiento y gratitud, se colocaban a lado del Eterno.
La última lucha se trababa
en el corazón de los infieles que, estremecidos, llegaron a pensar en
retirarse. Finalmente, el recuerdo del reciente gesto divino, despojándose de
la corona, les dio la certeza de que el gobierno les sería entregado.
Viendo que el Trono permanecía
vacío, Lucifer y sus huestes, dominados por la codicia, rompieron
definitivamente con el Creador.
Al ver un tercio de los
súbditos atravesar las divisiones de la eterna separación, Dios dejó externar
el dolor angustiante que por tanto tiempo martirizaba Su corazón, Curvándose en
inconsolable llanto que por tanto tiempo martirizaba Su corazón, Curvándose en
inconsolable llanto
22 Contemplando a Sus
hijos rebeldes, elevó la voz en una lamentación dolorosa:
¡"Hijos míos, hijos
míos! ¡Ya no puedo llamarlos así! ¡Quisiera tanto tenerlos en mis brazos! ¡Me
acuerdo cuando con cariño los formé! ¡Ustedes surgieron felices y perfectos, en
acordes de esperanza en eterna armonía! ¡Viví para ustedes, cubriéndolos de gloria
y poder! ¡Ustedes fueron mi alegría! ¿Por qué sus corazones cambiaron tanto?
¿Oh qué más podría yo haber hecho para hacerlos permanecer conmigo? ¡Hoy mí
alma sangra de dolor por la eterna separación!
23 ¡¿Cómo miraré hacia los
lugares vacíos donde tantas veces regocijantes elevaron las voces en hosannas
festivas, sin venirme a la mente una mezcla de felicidad y ,dolor?! ¡Nostalgia
infinita invade ya mi ser, y sé que será eterna! Hoy mi corazón se rompió y se
quebrantó; ¡las cicatrices cargaré para siempre! Después de proclamar en llanto
tan dolorosa lamentación, el Eterno, se dirigió a Lucifer, el causante de todo
el mal, diciendo: "Tú recibiste un nombre de honra al ser creado.
Ahora no te llamarán más
Lucifer, sino Satánas, el enemigo del Creador y de Sus leyes."
Después de lamentar la
perdición de las huestes rebeldes, el Eterno, en pasos lentos, se ausentó del
jardín del Edén, lugar del trono Universal.
24 ¿Dónde sería ahora Su
morada? Las huestes fieles acompañaban reverentes Sus misteriosos pasos de
abandono, que parecían descorrer un futuro difícil, de sufrimientos y
humillaciones. ¿Ocuparían los rebeldes el trono divino, profanándolo como
dominio del pecado? Esta indagación torturaba el corazón de los súbditos del Eterno.
Dejando Su amada Ciudad,
el Señor de la luz se condujo, en medio de las glorias del Universo, en
dirección del abismo inmenso, respecto del cual había callado hasta entonces.
Allí Se detuvo una vez
más, enmudecido, mientras que parecía leer en las tinieblas un futuro de grandes
luchas.
25 Ante el sufrimiento del
Eterno, expresado en la tristeza de su semblante, los fieles pudieron
finalmente comprender el significado de aquél misterioso abismo: consistía en una
representación simbólica del reino de la rebeldía. En el rostro entristecido de
Dios se manifestó, por fin, un brillo que a los fieles animó.
Levantando los poderosos
brazos ante las tinieblas, ordenó en alta voz: "Haya luz."
Inmediatamente, la luz de
Su presencia inundó el profundo abismo y, triunfando sobre las tinieblas,
reveló un mundo inacabado, cubierto por aguas cristalinas.
Con ese gesto, el Eterno
iniciaba una gran batalla por la reivindicación de Su gobierno de luz; batalla
del amor contra el egoísmo; de la justicia contra la injusticia; de la humildad
contra el orgullo; de la libertad contra la esclavitud; de la vida contra la
muerte.
26 Batalla que, sin
tregua, se extendería hasta que, en el amanecer anhelado, pudiese el divino Rey
retornar victorioso al santo monte Sión, donde, entronizado en medio de las alabanzas
de los redimidos, reinaría para siempre en perfecta paz. Las tinieblas, en su
fuga, señalaban hacia el aniquilamiento final de la rebeldía.
Las aguas abundantes que
cubrían aquél mundo, hasta entonces oculto, simbolizaban la vida eterna que
para los fieles sería conquistada por el amor que todo sacrifica.
El mundo revelado era la tierra.
Visitada por las tinieblas
y por la luz, ella sería el palco de la gran lucha.
Los fieles se regocijaban
ante el triunfo de la luz en aquél primer día, cuando las tinieblas en su furia
rodaban sobre el planeta, sucumbiéndolo en densa obscuridad.
27 La luz, que parecía
vencida, renació victoriosa en un lindo amanecer.
Al rayar la luz de un
segundo día, el Eterno ordenó: "Haya una expansión en medio de las aguas,
y haya separación entre agua y aguas." Inmediatamente, el calor de Su luz
hizo que una inmensa cantidad de vapor se elevase de las aguas, envolviendo el
planeta en un manto de transparencias añil.
Surgió así la atmósfera, con
su mezcla perfecta de gases que serían esenciales para la vida que en breve
coronaría el planeta.
El Creador, contemplando
la expansión, la llamó "cielos".
28
La atmósfera, que llena de brillo envolvía la tierra, se ensombreció al sobrevenir
el crepúsculo de otro atardecer.
Historia del
Universo Capítulo 3
Capítulo 3
Continúan las obras de la
Creación. Separación de las aguas. Vegetación.
El jardín de Edén es
transferido en el nuevo planeta. Los grandes luminares.
Criaturas volátiles.
Criaturas terrestres. Creación de Adán, el primer hombre.
Adán se postra en
reverente adoración. Estado paradisiaco de la tierra.
Adán se admiró de una criatura
y la llamó “cordero”. El cordero, una semejanza del Eterno.
La promesa de una compañera.
El sueño profundo de Adán.
Eva es creada para Adán. Un manto real y una corona dados al hombre como honra
del Eterno.
Adán y Eva muestran
sumisión al colocar a los pies del Creador su corona. El hombre, mayordomo
fiel, cetro racional y árbitro de la creación.
Adán y Eva son
concientizados sobre Satanás. El árbol de la vida y el árbol de la ciencia del
bien y del mal. Satanás opta por el engaño como arma para lograr que el hombre
coma del fruto prohibido.
1 Al ser vencidas las
tinieblas en el tercer día, el Creador continuó Su obra, haciendo aparecer los
inmensos continentes que todavía estaban bajo la superficie de las aguas.
Con las manos levantadas
ordenó: "Júntense las aguas debajo de los cielos en un lugar y aparezca la
porción seca." En pronta obediencia, las cristalinas aguas cedieron su
posición superior a la porción seca que se levantó, sobreponiéndose a ellas.
En las regiones bajas de
la tierra, las aguas continuarían reflejando el brillo celestial, siendo un refrigerio
para las criaturas sedientas.
En ese gesto de humildad,
las aguas prefiguraban al Creador, que en la gran lucha había descendido al más
profundo abismo para hacer renacer en las almas sedientas la vida eterna.
2 Contemplando la faz de
aquél nuevo mundo, el Eterno denominó a la parte seca "tierra", y al
recogimiento de las aguas llamó "mares".
Con su poderosa voz
continuó, ordenando: "Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé
semilla, árbol fructífero que dé fruto según su especie, cuya semilla esté en
ella sobre la tierra." En obediencia al mando divino, la superficie sólida
del planeta se revistió de toda suerte de vegetación:
lindos prados a florear,
campos reverdecientes entrecortados por ríos cristalinos, bosques sin fin donde
árboles frondosos dejaban colgar frutos sabrosos de infinidades de especies.
La tierra era como una
tela donde el Creador, por el poder de Su palabra, coloreaba cuadros de belleza
sin par.
3 Mientras que con
admiración las huestes contemplaban las bellezas de aquella creación, se
sorprendieron al reconocer sobre el nuevo planeta el jardín del Edén, lugar del
trono divino. El Eterno, por el poder de Su palabra, lo había transferido hacia
el seno de ese mundo especial, donde en justicia sería confirmado el gobierno
del Universo.
En aquel día primaveral, la
brisa acarició mansamente los verdes bosques y los prados en flor, inundando la
atmósfera con un suave aroma y frescor. Con-templando Su obra, el Creador con
felicidad exclamó: "He aquí todo es muy bueno."
Exuberante, el planeta cumplió
un día más en su armoniosa rotación.
Las huestes fieles ahora
podían comprender mejor la importancia de la luz divina.
Su ausencia había ofuscado, en aquella noche,
las bellezas de Sión. En ese nuevo día, el Creador expresaría Su gran poder,
dando a la tierra luminares que la llenarían de luz y calor.
4 Esos luminares
permanecerían para siempre como símbolos de la presencia espiritual del Eterno,
que es la fuente de toda la luz.
Contemplando el espacio
oscuro y vacío que se extendía alrededor de la tierra, con potente voz ordenó:
"Haya luminares en la expansión de los cielos, para que haya separación
entre el día y la noche; sean ellos por señales y para tiempos determinados,
para días y años. Y sean por luminares en la expansión de los cielos para
alumbrar la tierra." Inmediatamente, el espacio se tornó radiante por el
brillo del sol y por el reflejo de planetas y satélites.
Ante esta demostración de
poder, las huestes fieles se arrodillaron en reverente adoración.
En el cuarto día, el
Eterno creó los mundos de nuestro sistema solar no para ser habitados como la
tierra, sino para el equilibrio del sistema.
5 Llenaron también el
cielo de fulgor, ablandando las tinieblas de las noches terrenales.
Volviendo los ojos hacia
la tierra, las huestes se alegraron por verla radiante en colores.
Muy próxima de ella se
podía ver la luna que, con su reflejo plateado, ahuyentaría las profundas
sombras nocturnas.
Envueltos por ese escenario
encantador, los hijos de la luz, regocijantes, saludaron el amanecer del quinto
día, que sería de muchas sorpresas.
El Eterno tornaría la
tierra festiva por la presencia de infinidades de especies de animales
irracionales que habitarían toda la superficie del planeta.
Esa creación tendría
continuidad en el sexto día.
6 Levantando las poderosas
manos, el Creador, mirando primeramente hacia las aguas cristalinas, ordenó:
"Produzcan las aguas abundantemente reptiles de alma viviente.
" De inmediato, las
aguas se tornaron ondulantes por la presencia de incontables especies de
reptiles que, felices y agradecidos, festejaban la existencia en un continuo
nadar y saltar. Desde los seres microscópicos hasta las grandes ballenas, todos
aparecieron en completa armonía, reflejando en su naturaleza el amor del Creador.
Poniendo los ojos sobre la
atmósfera añil que reposaba sobre los reverdecientes bosques, el Eterno
continuó: "Vuelen las aves sobre la faz de la expansión de los
cielos".
Por medio de Su orden, los
Cielos se llenaron de pájaros coloridos que, volando en todas direcciones,
tenían en el corazón un cántico de gratitud por la vida.
Este cántico llenó el
aire, mezclándose con el perfume de los arbustos floridos.
7 Contemplando con placer
a Sus criaturas terrenales, el Eterno las bendijo diciendo:
"Fructificad y
multiplicaos y henchid las aguas en los mares, y las aves multiplíquense en la
tierra.
" Regocijantes, las
huestes fieles presenciaron el amanecer del sexto día.
¿Y qué crearía Dios en ese
nuevo día? Esta pregunta reinaba en la mente de todos los seres racionales.
Estaban seguros de que algo
muy especial estaba por acontecer.
Levantando los poderosos
brazos, el Eterno ordenó: "Produzca la tierra alma viviente conforme a su
especie: ganado, reptiles y bestias salvajes de la tierra, conforme a su especie."
Su voz poderosa fue prontamente oída y, en los bosques y en los campos, se
podía ver el resultado de Su poder creador.
8 Animales de todas las
especies despertaron a una existencia feliz, en medio de un paraíso de perfecta
paz.
La tierra se tornaba extremadamente
bella, cual princesa adornada para recibir a su rey y señor.
¿Quién sería ese ser
especial? Moviéndose con majestad, el Eterno bajo a las glorias del nuevo
mundo, dirigiéndose al jardín del Edén, lugar del trono divino.
Los ángeles de la luz lo
acompañaron reverentes, deteniéndose cual nubes sobre los cielos del paraíso.
Todo el Universo observaba con profundo interés el desenvolvimiento de los
actos del Creador, en respuesta a las acusaciones de sus enemigos.
9 El momento era decisivo.
Todo indicaba que el Eterno
demostraría no ser tirano ni egoísta, coronando a alguien sobre el monte Sión.
Satanás y sus seguidores
no dudaban de que el reino les sería entregado y reinarían victoriosos en el
seno de aquel antiguo abismo, donde las tinieblas y la luz ahora se entrelazaban.
Los súbditos de la luz se
estremecieron ante esa perspectiva.
Junto a la fuente del río
de la vida, el Eterno se arrodilló solemnemente y, con los elementos naturales
de la Tierra, comenzó a moldear, con mucho cariño, una criatura especial.
Después de algunos
instantes, estaba extendido delante del Creador el cuerpo, aún sin vida, del
primer hombre.
El Eterno lo contempló y,
después de acariciarle la cara fría y descolorida, le sopló en las vías de la
nariz el aliento de vida y el hombre comenzó a vivir.
10 Como despertando de un
sueño, el hombre abrió los ojos y contempló la dulce faz de Su Creador que,
sonriendo, le besó la cara ahora colorida y llena de vida.
Se emocionó al oír al
Eterno decirle con voz suave y llena de afecto: "¡Mi hijo, mi querido hijo!"
Por haber nacido de la tierra, el primer hombre recibió el nombre de Adán.
Tomándolo por la mano, el
Eterno lo levantó.
Sin percibir el escenario
de fulgor que lo circundaba, Adán, en un gesto de gratitud por la existencia,
envolvió al Creador en un tierno abrazo, postrándose en reverente adoración.
Las huestes fieles que
admiradas atestiguaban la grandiosa realización divina, emocionadas ante el
gesto humano, se postraron también en reverente adoración.
11 Unieron entonces las
voces en un cántico de júbilo en salutación a aquélla criatura especial, que
despertaba hacia la vida en un momento tan decisivo para el Universo.
Con el corazón lleno de
felicidad, Adán se unió a los ángeles en su cántico de loor.
Su voz, al repercutir por
los alrededores floridos, se mezcló al canto de las aves y al mugir de los
animales que se aproximaban festivamente.
En un paseo de sorpresas inolvidables,
Adán fue concientizado de las bellezas de su hogar.
Con admiración, contempló
el monte Sión, donde brotaba el río de la vida, en una cascada de luz.
El glorioso monte yacía
coronado por un lindo arco iris. En sus pasos, siguió el curso del río
cristalino, que deslizaba sereno en medio de las maravillas del Edén.
12 Se admiraba de los
árboles altos que, empapados por la brisa, dejaban colgar de las ramas
abundantes flores y frutos. Se inclinaba aquí y allá, atraído por el resplandor
de
piedras preciosas que por
todas partes adornaban el césped. Con intensa alegría,
Adán tomaba conocimiento
de las infinidades de especies de animales que poblaban el
jardín. Todos eran mansos
y sumisos y vivían en perfecta armonía y felicidad.
Deteniéndose en sus pasos,
Adán se admiró de la blancura y ternura de un animalito
que brincaba en el césped.
Aproximándose, lo tomó en sus brazos, dedicándole un
especial afecto. ¡Pues que
agradable era acariciar su blanca lana! Sus dulces ojos
refle-jaban un brillo de
amor y humildad. Había algo de especial en aquel animalito.
Afectuosamente, Adán lo
llamó "cordero".
13 Con el animalito en sus
brazos, Adán miró agradecido hacia el Eterno y Lo adoró.
Contemplando Sus blancas
vestiduras, Sus ojos expresivos de un amor sin par, Adán
descubrió que tenía en los
brazos un símbolo de su Autor. Feliz, exclamó: "Oh, Señor,
este corderito revestido
de tan blanca lana, con mirada expresiva de tanto amor, se
parece a Ti. Yo quiero
tenerlo siempre junto a mí." Observando los animales, Adán
percibió que ellos
disfrutaban de un compañerismo especial. Veía por todas partes
parejas felices que vivían
el uno para el otro. Sus pensamientos se volvieron hacia Su
Compañero. Miró a su
alrededor y estuvo sorprendido de no verlo. El Eterno se había
ocultado a propósito,
tornándose invisible.
14 Adán se sentía
solitario en medio de aquel paraíso. ¿Con quién compartiría su
felicidad y su amor? había
allí los animales, pero ellos eran irracionales, no pudiendo
compartir de sus ideales.
Nacía en su corazón, al caminar solitario en aquel atardecer,
un deseo ardiente de
encontrar a alguien que pudiese estar siempre a su lado. Mientras
que Adán miraba hacia las
distantes colinas en la esperanza de ver a alguien, el Eterno
se presentó a su lado y le
dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré una
compañera."
15 Adán estuvo feliz al
oír del Creador esa promesa, justamente en el momento en que
tanto anhelaba tener a
alguien para que estuviera siempre visible a su lado. Tomado
por un profundo sueño,
Adán se reclinó en el pecho de su amoroso Creador que, con
caricias, le hizo
adormecer. En su subconsciente surgieron los primeros sueños
coloridos: Contempla la
mirada tierna del Eterno; oye el sonido armonioso de la música
angelical; descubre las
maravillas al derredor: el monte Sión con su arco iris; el río de
la vida; los prados en
flor; los animales que lo saludaban en fiesta. Se repiten en su
sueño las escenas que lo
envolvieron en su anhelo; mira al derredor en la esperanza
de encontrar a su
compañero, más no lo ve. Se siente solitario en su sueño, y eso lo
hace buscar a alguien con
quién poder compartir su existencia.
16 Su mirada se extiende
por campiñas reverdecientes, divisando a lo lejos colinas
floridas. Mientras camina
esperanzado, siente la mansa brisa acariciarle el cabello
suavemente. Conversa con
la brisa: "¡Brisa, tú pareces ser a quién tanto busco; tú me
acaricias el cabello;
besas mi cara; tú tienes el perfume de los verdes arbustos! ¡Si yo
pudiera ver tu faz, la
besaría; si yo pudiera tocar tu cabello, haría largas trenzas y las
adornaría con las flores
de nuestro jardín!" Después de caminar en el sueño por los
prados del paraíso, Adán
se detuvo mientras que contemplaba el paisaje alrededor. Se
admiró de no ver el efecto
de la brisa en las ramas floridas. ¿Pero cómo, si la sentía
cálidamente en el rostro?
17 Comenzó entonces a
despertar de su sueño. Todavía con los ojos cerrados se
acordó del momento en que,
somnoliento, se recostó en el pecho del Eterno. ¿Sería la
brisa el toque de Sus
manos? Con esta interrogante abrió los ojos y se emocionó al
contemplar una linda mujer
que, con las manos perfumadas, le acariciaba con amor lacara. Era la brisa de
su sueño; la promesa de un Creador que solo quería hacerlo feliz.
Ahora Adán era completo,
pues tenía a Eva, que era carne de su carne y huesos de
sus huesos. Tomándola por
la mano, Adán la invitó a dar un paseo de sorpresas
inolvidables. Mostraría a
su compañera las bellezas de su hogar.
18 Sensibilizada Eva se
detenía a cada paso, atraída por las flores que exhalaban
suaves perfumes; por los
pájaros que trinaban alegres cantos; por los animales que los
seguían sumisos; por la
vegetación de ricos matices; por las aguas cristalinas del río
de la vida que brotaban en
cascada desde el monte Sión. Todo en el paraíso era
perfecto y bello, mas nada
se igualaba al ser humano, creado a la imagen de Dios. Se
volvieron el uno para el
otro en admiración y caricias. Empapados por ese amor,
permanecieron hasta el
atardecer. Con deleite, la joven pareja comenzó a contemplar
el sol poniente que, a
través de rayos rosados, coloreó el cielo en un lindo arrebol.
19 Era el sexto día que
llegaba a su final, dando lugar a las horas de un día especial: El
sábado. Ese día, en su
significado, sería solemne para todos los súbditos del Eterno,
pues su amanecer traería
la victoria para el reino de la luz. El sol, que durante el sexto
día había alegrado la
naturaleza con su brillo y calor, se ocultó, dejándola en frías
sombras. Los alegres
pájaros, silenciando sus trinos, buscaban sus nidos mientras
que los otros animales se
recogían. Solamente la pareja permaneció inmóvil,
procurando divisar, en el
último destello que se apagaba en el horizonte, la esperanza
de un nuevo amanecer.
Investigaban el sentido de las tinieblas cuando, por entre los
arbustos, vieron un lindo
lugar, cuyos rayos plateados bañaban la naturaleza en suave
luminosidad.
20 Todo el cielo estaba
iluminado por el resplandor de las estrellas. Admirados,
descubrieron que la noche
solamente era tinieblas cuando se miraba hacia abajo. Adán
y Eva en su inocencia no
sabían que aquella noche simbolizaba el futuro sombrío de la
humanidad. Cuando lo
comprendiesen, estarían confortados al contemplar el fulgor de
los cielos: el lugar
hablaría de esperanza y las estrellas centellantes atestiguarían el
interés de las huestes de
la luz en aclararles las tinieblas morales, dando aliento a los
pecadores. Mas serían
iluminados apenas aquellos que, desviando los ojos de la tierra,
contemplasen los altos
cielos.
21 Después de contemplar
por algún tiempo el cielo en su luminosidad, la pareja, se
acordó de las bellezas del
paraíso, volvió los ojos, buscando divisarlas. Estaban, sin
embargo, ocultas en medio
de las sombras. ¡Cuánto deseaban el amanecer, pues
solamente él traería
consigo el paraíso! Ante el anhelo del corazón humano, el Eterno
apareció en medio de las
tinieblas, devolviendo a la pareja la alegría de encontrarse
nuevamente en un jardín
colorido. Bañados por suave luz, caminaban ahora por prados
reverdecientes y floridos.
El brillo del Creador despertaba la naturaleza por donde
pasaban, coloreando y
alegrando todo en derredor.
22 La pareja, admirada,
aprendió que al lado del Eterno podrían tener un paraíso en
plena noche. Sintiéndose
somnolientos, Adán y Eva se recostaron en el regazo del
amoroso Padre, que los
hizo adormecer dulcemente, esperanzados en un despertar
feliz. Dejándolos sobre el
suave césped, el Eterno se elevó dirigiéndose al lado de las
huestes contemplativas.
Volvería a manifestarse al amanecer, haciendo despertar a la
pareja para el más solemne
acontecimiento, que reduciría al polvo las más viles
acusaciones de los
enemigos. La noche oscura y fría, a través de sus largas horas,
parecía burlarse de la
luz. ¿Ofuscaría para siempre las bellezas de la creación? ¡Oh,
jamás! El sol no
retrocedería ante la imponencia de las tinieblas; aparecería en breve
como un libertador,
arrebatando con sus cálidos rayos la naturaleza de las frías garras,
dándole vida y color.
23 En un último desafío,
las tinieblas se tornaron densas en las horas que antecedieron
el amanecer. La noche
arremetía sus fuerzas para luchar por el dominio usurpado.
Finalmente, apareció en el
este un destello que parecía hablar de esperanza en un
nuevo día. El cielo poco a
poco se tornó colorido de un rojizo vivo. Las tinieblas
impotentes se retiraron
ante la fuerza creciente de la luz y fueron consumidas en su
fuga. La naturaleza
comenzó a despertarse de la larga noche, reflejando en su seno los
nostálgicos rayos. Flores
se abrirían, exhalando perfumes de alegría; animales y aves,
silenciados por la noche,
unían las voces en un cántico triunfal en salutación al
amanecer de aquel día
grandioso.
24 La negra noche había
llegado al final, dando lugar a la luz del día soñado —día que
para Dios tenía un sentido
especial, pues prefiguraba la victoria final de Su reino sobre
el dominio de la rebeldía.
— El Eterno ahora despertaría a Sus hijos humanos que,
bañados por la luz de Su
presencia, habían dormido con la esperanza de un amanecerfeliz. En una marcha
festiva, todas las huestes santas, con cánticos de victoria, lo
acompañaron rumbo al
paraíso bañado en luz. Cuando ya estaban próximos, el
Creador se detuvo
contemplando a la pareja adormecida, y exclamó suavemente:
"Despierten hijos
míos." Su voz penetró en los oídos de Adán y Eva, despertándolos
para la más feliz
comunión.
25 ¡Cuán deprisa rayó la
tan esperada mañana, trayendo en su luz el dulce paraíso,
perdido en aquella noche!
Con alegría la pareja saludó a su divino Creador, uniéndose
a los ángeles en antífonas
triunfales. El Universo vivía un momento en verdad solemne.
En aquella mañana festiva,
el Eterno habría de revelar la grandeza de Su carácter, que
es justicia y amor. Las
acusaciones de que Su gobierno era de egoísmo y tiranía
serían refutadas. A los
ojos de todas las criaturas racionales del vasto Universo, Dios
condujo a la joven pareja
al monte Sión, lugar del trono divino.
26 Allí, ante el
estremecimiento de las huestes enmudecidas, el Creador, en un gesto
sorprendente, cubrió al
hombre con el manto real, colocándole sobre su cabeza la
corona que había sido
codiciada por Lucifer. Movidos por profunda gratitud por la
suprema honra conferida,
Adán y Eva se postraron reverentes, colocando a los pies del
Creador su corona
preciosa, en señal de sumisión. Siguió a ese gesto humano un grito
de victoria que sacudió
toda la Creación. Los hijos de la luz, que por tanto tiempo
habían sufrido afrentas y
humillaciones ante las constantes acusaciones de las
huestes rebeldes,
exaltaron en retumbante alabanza al Dios bendito, que en Su obra de
justicia desmintió a los
enemigos, revelando Su carácter de humildad, desprendimiento
y amor.
27 Teniendo constituido al
hombre como el señor de toda la creación, el Eterno, con
voz solemne, comenzó a
concientizarlo de la grandiosidad de su misión. Como un
mayordomo fiel, debería
cuidar del paraíso, manteniendo limpia la fuente del río de la
vida. Las leyes de la
justicia y del amor, fundamentos del reino de la luz, deberían ser
honradas. Como un cetro
racional, le correspondería al hombre, en un gesto de
reconocimiento y gratitud,
aceptar libremente el gobierno de Aquél que lo creó. Las
huestes, que maravilladas
atestiguaban la revelación del desprendimiento divino,
comprendieron que el Señor
de la Luz no gobernaría más el Universo, a no ser con el
consentimiento humano.
28 El hombre, por la
voluntad del Eterno, fue hecho el árbitro de la creación; en su
glorioso ser, hecho a
imagen del Creador, resplandecía el sello del dominio eterno.
Después de revelar a la
pareja la infinita honra y responsabilidad de su misión, el
Creador los concientizó
del conflicto espiritual que se trababa por la conquista del
dominio universal:
Lucifer, que por incontables eras había servido al divino Rey en Sión,
había sido corrompido por
el orgullo y por el egoísmo, siendo seguido por un tercio de
las huestes racionales;
buscaban ahora destronar al Eterno, deshonrándolo con viles
acusaciones.
29 Habiendo revelado al
ser humano la dolorosa situación en que el Universo se
encontraba, el Eterno, en
un gesto solemne, les mostró dos árboles altos que,
cargados de grandes
frutos, se elevaban en ambas orillas del río que nacía del trono. Al
que se elevaba a la
derecha el Señor reveló ser el árbol de la vida monumento del reino
de la luz. Al que se
elevaba en la otra orilla reveló ser el árbol de la ciencia del bien y del
mal —símbolo de la
rebeldía. — Comiendo del fruto del árbol de la vida, el hombre
manifestaría su sumisión
al Creador, que es la Fuente de la vida y de la luz. Comer del
otro árbol sería entregar
al enemigo el dominio de Sión.
30 El inevitable resultado
de ese paso sería la muerte eterna, no solamente para el ser
humano, sino para toda la
creación, que se reduciría al caos bajo la furia de la rebeldía.
Después de contemplar
demoradamente los dos árboles altos, que externaban en sus
frutos tan infinita
responsabilidad, Adán se postró ante el Creador, diciendo: "Digno eres
Señor de reinar sobre el
Universo, pues por Tú sabiduría, amor y poder todas las cosas
fueron creadas y
subsisten." El sábado, emblema del triunfo divino, se hinchió de
alabanzas.
31 Todos los hijos de la
luz se unieron al ser humano en el más armonioso cántico de
exaltación a Aquél cuya
grandeza es sin par. Fue con espanto que Satanás y sus
seguidores atestiguaron la
grandiosa realización del Eterno. Presenciaron con
amargura la alegría de los
fieles ante la coronación del hombre, acontecimiento que
lanzó por tierra las
fuertes acusaciones que ellos habían levantado contra el gobierno
divino. Llenos de ira y
frustración, consideraban ahora su triste condición. Cuán terrible
y humillante les era el
pensamiento de ver sus planes de rebeldía desvanecerse
delante del Creador,
semejantes a las sombras de aquella noche32 Si pudiesen, pensaban, llenarían el
sábado de tinieblas, borrando de la mente de los
súbditos del Eterno
cualquier esperanza de victoria. Finalmente, en sus
consideraciones, Satanás y
sus liderados comprendieron que les quedaba una
oportunidad: en medio del
jardín del Edén, en las alturas de Sión, se elevaba, junto al
río de la vida, el árbol
de la ciencia del bien y del mal. Bastaría un gesto humano, nada
más, y tendrían bajo su
poder, para siempre, el dominio codiciado. ¿Pero cómo
seducirlo? Animado ante la
perspectiva de una conquista, Satanás buscó, con
ingeniosidad, formular un
plan de abordaje. Sabía que, si fallase en su tentativa, todas
las esperanzas de triunfo
se habrían disuelto, desmoronándose todos sus sueños de
aventura. Concluyó que el
engaño habría de ser su poderosa arma.
33 — ¡¿Acaso no había sido
a través de él que consiguió dominar un tercio de las
huestes celestiales?!
Esperaría, por lo tanto, un momento propicio para armar su
emboscada. —
El Libro Melquisedec contiene 3 Historias, a saber:
PARTE 1: La Historia de Un Vaso. Abraham, por mandato divino, registra en un Rollo, los acontecimientos relacionados con La Gran Liberación que tuvo lugar en la ocasión cuando Lot y los cautivos fueron liberados por la intervención de Abraham y sus pastores (Gén. 14).
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PARTE 2:La Historia de Salem. Abraham, por mandato divino, también registra en el rollo la Historia que le relató Melquisedec sobre el desenlace de los acontecimientos relacionados con Salem, la ciudad de la Paz, o JERUSALEM su ciudad amada.
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PARTE 3: La Historia del Universo. Melquisedec, por mandato divino, registra en un Rollo, la revelación que recibió por medio de un ángel de Luz, donde se le revela el origen de la Historia, aún desde "antes de la fundación de este mundo", cuando el ser humano todavía no estaba sobre la tierra. Además de acontecimientos que trascienden hasta la culminación de la Victoria del Reino de la Luz, la Victoria del Trono de Dios y del Cordero.
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PUEDES VER LA PRIMERA PARTE DE ESTA SERIE
TESOROS DE QUMRAM PARTE 1
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Shalom! Muchas Gracias por Escribirnos. Deja la timidez. Tu opinión es muy importante. Estamos en continuo aprendizaje. Por favor recuerda informar de que ciudad y país te comunicas. Por privado email: guardianuniversus@gmail.com al enviar un numero telefónico recuerda dar el indicativo de tu país. Bendiciones! YESHUA y La Loto Sierva Editora Guardianes de Universos