La Historia
de un Vaso
Libro de Melquisedec
Parte 1
(Un relato escrito por Abraham)
TESOROS DE QUMRAM
Continuación de esta
Maravillosa serie...
Abraham, habiendo recibido el mandamiento de Yahwéh, escribe
en un rollo los acontecimientos que dieron origen a la historia que se conoce
como La Historia de un Vaso, que
narra los hechos que enmarcaron La Gran
Liberación que el Señor efectuó por medio de Abraham, sus pastores y
aliados. (Véase Crono. 1, 2 y 3)
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TESOROS DE QUMRAM PARTE 1
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Yazzmin Batya
capítulo 1
Abraham es
informado de la batalla en la cual Lot y muchos son llevados cautivos. Abraham
recibe mandamientos del Eterno a fin de efectuar la “Gran Liberación”, esto es,
convocar y preparar a sus pastores, y preparar un vaso con características
especiales.
1 Estaba descansando bajo la sombra del Roble de Mambré
junto a mi tienda, cuando vi llegar apresuradamente a uno de los siervos de mi
sobrino Lot. Casi sin aliento, él comenzó a relatarme sobre la tragedia: Hubo
el día anterior una batalla entre las ciudades de la planicie, implicando a
cuatro reyes contra cinco. Como resultado, Sodoma fue derrotada y muchos de sus habitantes llevados cautivos, entre
ellos mi sobrino Lot. La noticia me dejó muy afligido, pues al mismo tiempo en
que sentía que era preciso salir en su ayuda,
me veía fragilizado, sin ninguna condición.
2 Siempre fui un hombre pacífico y detesto a aquellos que
derraman sangre. Tengo muchos siervos, pero pocos saben manejar espadas y
lanzas, pues desde la infancia han sido entrenados como pastores. En lugar de
espadas y lanzas, ellos manejan bordones con los cuales conducen los rebaños;
En lugar de escudos, ellos cargan vasos en sus cinturas, siempre llenos de agua
fresca, para matar su sed y refrescar a las ovejas afligidas; En lugar de vino
para embriagarse, cargan sujeto a sus cintos pequeñas botijas con aceite de
olivo, con los cuales ungen las heridas del rebaño; En lugar de trompetas
resonantes, ellos soplan en cuernos pequeños, con los cuales convocan al rebaño
hacia el corral.
3 Imaginando como
sería un combate entre mis
siervos y los ejércitos de aquéllos cinco reyes victoriosos, comencé a reír.
Mientras reflexionaba, la voz de Aquél que siempre me guía, resonó en mis
oídos, diciendo:
4 — ¡Abram, Abram! No menosprecies los instrumentos de los
pastores, pues santificados por el fuego del sacrificio, habrán de conquistar la
gran liberación. —
5 El Eterno comenzó a darme órdenes, haciéndome avanzar por
la fe, sin saber como tal liberación habría de realizarse.
6 El primer paso fue la convocación de todos los pastores
que, dejando a sus rebaños, se dirigieron al Roble de Mambré, trayendo sus
instrumentos pastorales. Eran en total seiscientos pastores.
7 Ordené que vaciaran los jarros, colocando en ellos el
aceite de la botija.
8 Después de cumplir ellos esta orden, pedí que tomara cada
uno la lana de una oveja, mezclándola con el aceite de los jarros.
9 Después de estas cosas, Yahwéh me mandó tomar un vaso
grande de barro, llenándolo hasta la mitad con el aceite de olivo.
10 Al concluir esta tarea, el Señor me mandó hacer una larga
mecha de lana, enroscando la mitad dentro del aceite y dejando la otra parte
apresada encima del vaso.
11 Después de estas cosas, Yahwéh me ordenó encender la
mecha, con el fuego del altar. Al aproximarme al fuego sagrado que todavía
ardía sobre el sacrificio de la mañana, una pequeña flama saltó hacia la mecha,
y poco a poco se fue alimentando del aceite, hasta convertirse en una llamarada
que podía ser vista de lejos.
Capítulo 2
Abraham lleva el vaso sobre sus hombros. Sufrimientos y pruebas en su jornada. Muchos no sopor-tan la
vergüenza y abandonan a Abraham. Incredulidad de Sara.
1 Con el vaso en los hombros,
inicié una caminata rumbo a las ciudades de la planicie, siendo acompañado por
los pastores. Luego comenzaron a surgir escarnecedores que, al verme con aquel
vaso incandescente en pleno día, comenzaron a decir que yo estaba loco. Al
esparcirse esta noticia, muchos vinieron a mi encuentro, trayendo consejos para
que yo abandonara aquel vaso que sería capaz de destruir toda mi reputación y
dignidad delante de todos ellos.
2 Cuando yo les hablé sobre
los ejércitos y sobre mi misión conjunta
con los pastores, ellos concluyeron que de hecho yo estaba loco. Intentaron
tirarme el vaso por la fuerza, mas aferrándome a el, impedí que lo tiraran de
mí.
3 Avergonzados ante todo esto,
muchos pastores comenzaron a separarse: algunos regresaron hacia sus tiendas
mientras que otros se unieron a aquéllos que se reían de mi comportamiento
extraño.
4 Sintiéndome solo con aquel
pesado vaso sobre los hombros, comencé a angustiarme. Anhelaba encontrar a
alguien con quién pudiera compartir mi experiencia, más todos me lanzaban
miradas de desaprobación.
5 Me acordé de Sara, mi amada
esposa; En obediencia a la voz de Yahwéh habíamos transitado por muchos
caminos, estando Sara siempre a mi lado, animándome a proseguir precisamente en
los momentos más difíciles. Con certeza Sara me traería consuelo y fuerzas para
continuar firme, conduciendo el vaso de la salvación.
6 Mientras que avanzaba por el
camino pensando en Sara, la vi en medio de la multitud. Al dirigirme a ella, me
vi sorprendido y desalentado al ver en sus ojos el mismo menosprecio de
aquéllos que me llamaban loco por conducir en pleno día la llama que se había
desprendido del al-tar.
7
Acordándome de la orden de Yahwéh de que tendría que liberar a mi
sobrino Lót, fui andando solo por el camino; Al colocarme en el lugar de
aquéllos que me llamaban loco, yo les daba la razón, pues en con-diciones
normales, ninguna persona coherente saldría de casa, sin un rumbo definido,
llevando en la espalda en pleno día un vaso con una llamarada, afirmando estar
marchando contra los ejércitos de cinco reyes, para liberar un pariente.
Realmente da a entender que se trata de la manifestación de una gran locura.
Precisamente así, bajo el rencor de todas las humillaciones y palabras que
hablaban contra mí, yo avanzaba rumbo al valle desconocido.
8 Toda aquella burla fue
finalmente disminuyendo, a medida en que me distanciaba del Roble de Mambré.
9 Comenzaron a sobrevenir a mi
corazón muchas dudas en cuanto a mi futuro. Estaba a veces afligido con el
pensamiento de todo lo que había experimentado, desde la convocación de los
pastores hasta ese momento, podría ser, de hecho, demostraciones de una locura.
10 Lleno de dudas, comencé a
pensar en la posibilidad de abandonar el vaso al lado del camino, regresándome
junto al altar. Ésos eran los consejos de
algunos pastores y amigos que, condolidos de mi soledad, todavía venían
a mi encuentro, aconsejándome a que volviera; Allí, decían, que yo podría
conquistar nuevamente la confianza de los pastores, volviendo a ser, quizás,
hasta el mismo sacerdote honrado como antes lo era. Sobre el altar, decían, que
había un fuego mucho mayor que aquél que yo cargaba en los hombros.
11 Estaba a punto de regresar,
cuando Sara vino a mi encuentro, contándome sobre el desprecio que muchos
pastores lanzaban contra mí; Ella estaba consternada, pues toda aquella
deshonra, recaía también sobre ella, al punto de no sentir más deseos de
permanecer junto a aquél altar.
12 Después de alertarme, Sara
comenzó a hablarme de un plan: Podríamos, quizás, mudarnos a una ciudad
distante, donde olvidaríamos todas aquellas vejaciones.
13 Olvidándome de la voz que me
había mandado seguir rumbo a la planicie, contesté a mi esposa que yo estaría
dispuesto a acompañarla a cualquier lugar, si ella permitía que yo llevara el
vaso. Él sería nuestro altar, calentando e
iluminando nuestras
noches con su llama.
14 Al oír sobre el vaso, Sara
volvió a enojarse, afirmando no entender mi terquedad al continuar llevando
sobre los hombros aquel símbolo de vergüenza y desprecio. Después de decirme
tales palabras, me volvió la espalda regresando hacia la tienda.
Capítulo 3
Abraham
entiende el significado del vaso. Abraham protege a la pequeña llama de los
fríos vientos. Muchas ovejas siguen a Abraham. Abraham, andando solo, sigue el
rastro. Los ejércitos se burlan de Abraham y amenazan con el exterminio de los
cautivos.
1 Angustiado por no poder realizar el sueño
de Sara, proseguí rumbo al futuro incierto, siendo orientado únicamente por la
llama, cuyo brillo aumentaba a medida en que las tinieblas se hacían más
densas. Comencé entonces a meditar sobre aquella llama que me acompañaba con su
brillo y calor.
2 Yo estaba acostumbrado a ver el Fuego
Sagrado entronizado sobre un gran altar de piedras, en medio de las alabanzas
de muchos pastores, de entre los cuales yo me destacaba como maestro y
sacerdote. En aquellos momentos de adoración, yo me vestía con los mejores
mantos, y hacía la pregunta de realizar el sacrificio, solamente cuando todos
mis siervos estuviesen reunidos a mi alrededor, para que escuchasen mis
consejos y advertencias. En la hora del sacrificio, yo levantaba hacia el cielo
mi espada desenvainada, y, con palabras amedrentadoras, proclamaba la grandeza
del Señor de los Ejércitos, El Dios Todopoderoso que domina sobre los Cielos y 75
la Tierra. Vibrando la espada en el aire en un movimiento amenazador, yo
representaba delante de mis pastores, la imagen de un Dios severo, que siempre
esta listo para repeler cualquier confrontación. Después de esa demostración de
soberanía y poder, tomaba yo una oveja de las manos de un pastor, y la amarraba
sobre el altar. Para que estuviese bien clara la ira divina, pinchaba yo sobre
su cuello, golpeándola severamente, hasta verla perecer. En aquel momento yo
descendía del altar, y permanecía esperando el Fuego Sagrado que jamás dejó de
manifestarse sobre el sacrificio.
3 Yo había aprendido desde la infancia a
reverenciar el Fuego Sagrado, creyendo que ello era una revelación visible de
Yahwéh, el Gran Dios Invisible. Hasta entonces, yo lo veía como un Fuego Único
e Indivisible. Ahora, al transportar en un humilde jarro la llama que se había
desprendido del altar, mis pensa-mientos se agitaban con el sur-gimiento de un
nuevo concepto sobre el Creador: el concepto de un Dios Sufridor que es capaz
de desprenderse del Gran Yahwéh, representado por el Fuego Sagrado, para
acompañar al pecador en su jornada.
4 Arrepentido, me postré delante del vaso y
lloré amargamente. Tenía ahora conciencia de que todo el celo demostrado
junto al Altar, tenía como
finalidad la exaltación de mi orgullo,
y no la del amor de Aquél que me acompañaba por el camino.
5 Súbitamente, se me grabó en la mente la
convicción de que aquella pequeña llama que se había desprendido del Fuego
Sagrado, era una representación del Mesías, que Se desprendería del Gran
Yahwéh, para ser el Dios Con Nosotros, compañero en todas nuestras jornadas. Al
sobrevenirme esta convicción, la llama se alegró, tornándose más brillante y
calurosa.
6 Con el corazón transformado, proseguí por
el camino rumbo al valle, llevando en
los hombros el jarro que me había traído después de tanto desprecio, la alegría
de una nueva revelación sobre el carácter del Creador.
7 Momentos difíciles comenzaron a surgir en
mi camino, cuando fríos vientos venidos del mar salado comenzaron a arremeterse
contra la pequeña llama, pro-curando apagarla. Yo la amparaba con mi cuerpo,
andando muchas veces de lado e igualmente de espalda, mas siempre avanzando
rumbo al valle.
8 Al romper la luz del día, me encontré a
un paso de la planicie. Comencé a encontrar por el camino muchos rebaños que
eran conducidos por rudos pastores. A medida en que avanzaba entre ellos,
surgían tumultos y confusiones, pues muchas ovejas y cabras se asustaban con mi
vaso ardiente, dispersándose por todas partes.
Esto hizo que la mayoría de los pastores estu-viesen irritados contra mi
presencia en su medio.
9 Sabiendo que no podría permanecer
retenido en ese valle, proseguí de frente rumbo a Sodoma. Mientras que
avanzaba, comenzó a suceder algo interesante: muchas ovejas, tiernas y sumisas,
comenzaron a acompañarme. Eran pocas al principio, pero poco a poco su número
fue aumentando, hasta que comencé a caminar con dificultad, debido al gran
número de ovejas que me seguían. A lo lejos yo podía ver a los pastores,
enfurecidos, por la pérdida de sus ovejas más bonitas.
10 Al llegar a la Ciudad de Sodoma, la
encontré vacía y devastada. Siguiendo los rastros dejados por los ejércitos y
por la multitud de cautivos, fui aproximándome cada vez más al blanco de mi
misión. Al llegar a la campiña de Dan, pude avistar a lo lejos el gran
campamento de los soldados, al pie de una colina. Sin prisa, me encaminé hacia
allá, conduciendo a mi nuevo rebaño.
11 Desde lo alto del monte, pude observar
el campamento en toda su extensión. Había millares de soldados conmemorando su
victoria; Mientras que, centenares de cautivos yacían amontonados en medio del
campa-mento, humillados y sin esperanza. Ante esa escena, estuve imaginando
cómo se podría realizar la liberación.
12 Mi presencia despertó la curiosidad de
algunos soldados que, al verme con el vaso fumigante, se aproximaron y
comenzaron a burlarse. Cuando me preguntaron el motivo de mi presencia en aquel
lugar, les dije que venía a liberar a mi sobrino Lót. Mis palabras se tornaron
en motivo de muchas bromas en todo el campamento; Después de esto, comenzaron a
mofarse de Lót.
13 En poco tiempo, toda aquella burla se
transformó en gritos de venganza, y proclamaron que, a la mañana siguiente,
todos los cautivos serían exterminados, comenzando por mi sobrino.
Capítulo 4
Abraham
se reconforta con la llegada de sus pastores y aliados. Los pastores
aprendieron a amar la luz del Vaso. Lealtad de los aliados de Abraham. Orientado
por la Voz Divina, Abraham da instrucciones estratégicas. La lamparilla de Lot.
Confusión y matanza entre los ejércitos enemigos.
1 Mientras intentaba imaginar lo que Yahwéh podría hacer para alcanzar tan
milagrosa liberación, vi surgir a lo lejos un grupo de pastores que se
encaminaban en dirección mía, viniendo de Sodoma. Pensé al principio que eran
los pastores enemigos que venían a arrancarme el rebaño conquistado con amor.
Tal desconfianza pronto desapareció, dando lugar a un sentimiento de mucha
alegría, cuando descubrí que eran mis fieles pastores. Ellos se fueron
aproximando en pequeños grupos de doce, hasta alcanzar el total de 300
pastores. Al mirar hacia ellos, pude notar en sus semblantes las señales de una
gran lucha espiritual que tuvieron que enfrentar, para estar de mi lado. Me
contaron acerca de la experiencia de muchos compañeros que, desanimados, habían
lanzado el aceite y la lana fuera de sus vasos, regresándose hacia sus tiendas.
Me hablaron de como, en aquella noche anterior, habían aprendido a amar la luz
de mi vaso, que para ellos se convirtió como en una estrella guía.
2 Me alegraba con la presencia de mis humildes pastores, cuando llegaron en
dirección nuestra Aner, Escol y Manre, acompañados por quince hombres armados;
Eran fieles amigos que, conociendo los peligros que enfrentaríamos en aquel
valle, vinieron en nuestra ayuda. Para que no aplazáramos el plan divi-no, les
pedí que permanecieran escondidos hasta el amanecer, cuando recibirían
orientaciones sobre cómo participar en la misión.
3 Comencé a orientar a los pastores,
siguiendo las instrucciones de La Voz Divina que me sonaba desde dentro de la
llama: La primera tarea de los pastores, sería cuidar del rebaño hasta el
anochecer.
4 Al volver, ordené que amarraran las madejas
de lana empapadas en aceite, en la punta de sus bordones, colocándolos dentro
de los vasos que, deberían mantenerse suspendidos, boca abajo.
5 Comencé a encenderlos con el fuego de mi llamarada, hasta que las
trescientas antorchas estuvieron ardiendo, aunque, ocultas, en el interior de
aquellos vasos.
6 Ordené a cuarenta de mis valerosos
pastores que, en el momento indicado por una señal que sería dada, deberían
avanzar silenciosos hacia el centro del campamento, circundando a todos los
cautivos que yacían amontonados en medio del campamento de las tropas. Al mismo
tiempo, los 260 pastores restantes, deberían rodear todo el campamento,
esperando la señal de romper los vasos con los cuernos.
7 Orientado por La Voz de la Llama, les
indiqué las señales: Cuando la última antorcha se apagase en el campamento,
deberían estar atentos, pues una pequeña lamparilla sería encendida por uno de
los cautivos. Tan pronto como la lamparilla comenzase a arder, deberían correr
cada uno hacia su puesto, evitando cualquier ruido, para no ser descubiertos.
8 La
señal para ellos de quebrar los vasos con los cuernos, levantando muy en alto
la antorcha, sería el apagar de la lamparilla.
9 Después de esas orientaciones, los 260
pastores, ocultos por las sombras de la noche, se esparcieron por el valle, y
estaban esperando el momento de colocarse alrededor del campamento; Mientras
tanto, los 40 se colocaron próximos a un pasaje más vulnerable, a través del
cual habrían de alcanzar a los cautivos.
10 Era ya alta noche cuando la antorcha del
último soldado se apagó, sobreviniendo una completa oscuridad y silencio sobre
el campamento de las tropas.
11 Entre los cautivos, había un hombre en
aquella noche, que vivía la mayor angustia de su vida. Era mi sobrino que,
después de convertirse en el blanco de tantos abusos y humillaciones, había
tomado conocimiento del castigo que les esperaba al amanecer.
12 En aquella noche, Lot tenía sus
pensamientos vueltos hacia su tío; se acordaba con arrepentimiento del momento
en que me había dejado junto al Roble de Mambré, mudándose hacia las campiñas
de Sodoma. En su desesperación, sintió deseo de volver a ver mi faz y de
pedirme perdón por haberse apartado de mí. Justamente en aquel momento, Lot fue
atraído por el brillo de una antorcha que ardía sobre la colina. Al mirar el
brillo, imaginó estar teniendo una visión, pues ello mismo le revelaba la faz
de su querido tío.
13 Queriendo mostrarme su rostro, Lot palpó
en medio de las tinieblas hasta encontrar una pequeña lamparilla que había
traído en su alforja. Frustrado, percibió que no había en ella nada de aceite.
Concluyó que aquella lámpara apagada y seca, era un símbolo de su vida vacía y
sin fe.
14 Sin desviar los ojos de mi rostro
iluminado por la llama del vaso, en un desesperado gesto de fe, Lot palpó la
mecha de su lamparilla, descubriendo que había en ella un residuo de aceite.
Curvándose, comenzó a herir las piedras
del fuego, hasta que una chispa saltó hacia la mecha. Sin saberlo, Lot estaba comandando
con sus gestos, los pasos para una gran liberación.
15 Los trescientos pastores al ver el tenue
brillo de la lamparilla, se encaminaron rápidamente hacia sus puestos, y,
permanecieron aguardando el apagar de la pequeña llama.
16 Desde el momento en que Lot se levantó con su diminuta llama, yo
estaba mirando hacia sus ojos que miraban los míos. Vi que su faz traía señales
de inenarrable angustia y malos tratos. Así mismo, pude leer en sus ojos
azules, que la esperanza y la fe todavía no le habían abandonado.
17 El pequeño fuego de la lamparilla de
Lot, con todo, no resistiría por mucho tiempo. Era necesario que se apagase,
para señalizar la gran victoria.
18 Cuando la oscuridad volvió a cubrir la faz de Lot, mis trescientos
pastores arremetieron sus cuernos contra los vasos que mantenían ocultas las
antorchas ardiendo. Un gran ruido, como de caballería en combate resonó por
todas partes, mientras que las antorchas eran suspendidas. Los trescientos
cuernos utilizados hasta entonces para conducir el rebaño, sonaban ahora como
trompetas de conquistadores.
19 Todo el campamento se despertó de un
solo brinco, y, sin saber cómo escapar de tan terrible investida que partía de
afuera y de adentro, los soldados comenzaron a luchar entre sí mismos, mientras
que mis pastores permanecían en sus puestos, haciendo sonar los cuernos.
20 Los cautivos, estuvieron muy espantados
al principio, mas poco a poco fueron tomando conciencia de la gran liberación
que estaba operándose en su favor.
21
Cuando amaneció, se reveló ante
nuestros ojos un escenario de completa destrucción; Todo el pueblo estaba
cubierto por millares de cuerpos rasgados por sus propias espadas y lanzas.
Solamente unos pocos consiguieron huir de aquel campamento de muerte, mas
fueron perseguidos por mis dieciocho aliados que estaban armados, siendo
alcanzados en Hobá, que esta a la izquierda de Damasco, mientras tanto, los
cautivos, ahora liberados, recuperaban todas las riquezas de que habían sido
saqueados por los enemigos.
Capítulo 5
La
Gran Liberación representa la liberación de Israel en los últimos días. Abraham
descubre que La Gran Liberación se concretizó en Rosh Hashaná. Abraham predica
la fe en el Mesías a los cautivos liberados invitándoles a purificarse en agua,
solo tres lo aceptan. Abraham rechaza la oferta del rey de Sodoma. Abraham y
los fieles deciden conmemorar la fiesta de Sukot en Salem. Las Perlas del Vaso.
Bienvenida festiva en Salem. El encuentro de Abraham y Melquisedec. (Véase
Crono. 1, 2 y 3)
1 De la cima de la colina, en tanto que yo
vibraba con la alegría de los cautivos en aquella mañana de liberación, oí la
Voz de Yahwéh hablándome de en medio de la llama:
2 —“Esta liberación que hoy se concretiza,
representa la liberación que he de operar en los últimos días, salvando a los
remanentes de tus hijos, del cerco de numerosas naciones que se aliarán a Gog
con el propósito de destruirlos. En aquel día en que triunfaren sobre mi
pueblo, mi indignación será muy grande, y contenderé contra él por medio de la
peste y de la sangre; lluvia inundante,
grandes rocas de granizo, fuego y azufre haré caer sobre él, sobre sus tropas y
sobre sus muchos pueblos que estuvieren con él. Así, yo me engrandeceré,
justificaré mi santidad y me daré a conocer a los ojos de muchas naciones; y
sabrán que yo soy el Señor. Y sobre la casa de David y sobre los habitantes de
Jerusalén derramaré el Espíritu de gracias y de súplicas; mirarán hacia mí a
quien traspasaron, y harán lamentación como quien se lamenta por un hijo
unigénito y llorarán por él como quien llora amargamente por el primogénito. En
aquel día, habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes
de Jerusalén, para remover el pecado y la impureza". —
3 Consiente de la importancia histórica de
aquel día de libera-ción, tomé un calendario y, miré con sorpresa, pues era
Rosh Ha-shaná, o día de las trompetas. Aquél era el primer día de un Año Nuevo;
Diez días después vendría el Yom Kipur, el día de la purificación de los
pecados; En el día 15, tendría lugar la fiesta de Sukot, la alegre fiesta de
las cosechas de otoño.
4 La llama que para mí se había convertido en una representación del Mesías
Prometido, se apagó en el momento en que descendí al encuentro de los pastores
y de los muchos cautivos ahora liberados. Llenos de alegría y de admiración,
todos querían saber como había llegado a ser posible tan grande liberación,
solamente con la utilización de aquéllas antorchas y cuernos. Les hablé
entonces de la importancia de aquel fuego que se había desprendido del Altar,
para liberarlos en aquel valle, identificándolo como el Mesías Salvador.
5 Al ver que todos cargaban en sus cuerpos
y mantos la suciedad de la esclavitud, los invité a seguirme hasta el río
Jordán, donde todos podrían bañarse, para la purificación de sus pecados.
6 Solamente tres personas atendieron la
invitación: Lót y sus dos hijas más recientes. Los demás, regresaron
contaminados hacia sus casas.
7 Antes de partir, el rey de Sodoma vino a
mi encuentro, prometiendo darme todas las riquezas recuperada en aquella
mañana. Yo rechacé su oferta, para que nunca jamás alguien pudiera decir que yo
me enriquecí con aquel saqueo.
8 Permanecimos acampados en los márgenes
del río Jordán, en las proximidades de Jericó por doce días. En aquellos días
de refrigerio, todos se hallaron libres de las impurezas, dejándolas en las
aguas del Jordán. Este era un preparativo especial para la fiesta de Sukot que
decidimos conmemorar en Salem.
9 Llenos de alegría, iniciamos una marcha
ascendente rumbo a la ciudad de Salem, inconsciente de la feliz sorpresa que
nos aguardaba. Yo seguía al frente teniendo a mi lado a Lót y sus dos hijas, y detrás venían los 300
pastores, conduciendo el gran rebaño.
10 A medida que avanzábamos, comencé a
notar que mi vaso que se había quedado vacio al amanecer, se tornó muy pesado.
Al bajarlo, miré sorprendido al descubrir dentro de él muchas perlas de
variados tamaños y brillos que se
formaron misteriosamente.
11 Al ver nosotros a lo lejos la blanca
ciudad, comenzamos a oír sonidos de una gran fiesta. Acordes armoniosos
repercutían por los montes, mientras avanzábamos por el camino.
12 Mi curiosidad en conocer aquella ciudad
y a su joven rey era inmensa, pues de boca de muchos ya había oído acerca de su
grandeza y fama. Se trataba de un reino diferente de todos los demás, donde los
súbditos eran entrenados no en el manejo de arcos y flechas, sino en el dominio
de instrumentos musicales. Melquisedec, su joven rey, regía a todos con un
cetro muy especial: un laúd, por el cual había pagado un precio elevado.
13
En tanto crecía en mí la alegría por estarnos aproximando a la Ciudad
del Gran Rey, vimos una multitud vestida de lino fino, puro y resplandeciente,
saliendo a nuestro encuentro. Todos traían instrumentos musicales, mientras
cantaban un himno de victoria. Al frente de la multitud venía un joven tocando
un laúd, trayendo en la frente una corona repleta de piedras preciosas, que
brillaban bajo la claridad del sol poniente. Yo tuve la certeza de que aquél
era el tan aclamado rey de Salem.
14 Al momento de nuestro encuentro,
quedamos admirados con la salutación que nos hicieron; Inclinándose delante de
mí, Melquisedec afirmó:
15 —“Bendito eres tú Abraham, siervo del
Dios Altísimo, que posee los cielos y la tierra; y bendito sea el Dios
Altísimo, que entregó a tus adversarios en tus manos". —
Capítulo 6
Grandes revelaciones de Melquise-dec y su pueblo. Los vencedores son coronados. Al ser coronado, Abraham se
conmueve al observar heridas profundas en las manos de Melquisedec. Melquisedec
promete relatar su historia. Melquisedec, al partir el pan y el vino, es
honrado. Las 144 perlas como diezmo. Las
instrucciones y profecías de Melquisedec.
1 Sorprendidos por la festiva
recepción, fuimos introducidos en la ciudad, donde la belleza de las mansiones
y jardines nos causó mucha admiración. Todo allí era puro y lleno de paz.
2 Fuimos recibidos en el palacio
real, edificado sobre el Monte Sión. Allí, una nueva sorpresa nos aguardaba:
3 La gran sala del trono, estaba
toda adornada con representa-ciones de nuestra victoria sobre los enemigos.
Había en medio de la sala una mesa muy larga, cubierta por toallas de lino fino
adornadas con hilos de oro y piedras preciosas. Sobre la mesa había 304
coronas, cada una trayendo la inscripción del nombre de un vencedor. En un
gesto que nuevamente nos sorprendió, Melquisedec, tomando las coronas, comenzó
a colocarlas en la cabeza de cada uno de nosotros, comenzando por Lot y sus
hijas. Estábamos todos admirados por el hecho de que el rey de Salem nos
conociera individualmente, y por tener preparadas aquellas coronas mucho antes
de que fuésemos vencedores.
4 Yo observaba la alegría de mis
compañeros coronados, cuando, tomando una corona semejante a la suya, el rey de Salem se dirigió a mí
con una sonrisa. Al levantarla sobre mi cabeza, noté algo que hasta entonces no
había percibido: Sus manos traían cicatrices de heridas profundas. Vencido por
un sentimiento de gratitud, me postré a sus pies y, conmovido, besé sus
bondadosas manos, bañándolas con mis lágrimas.
5
Al levantarme, le pregunté el significado de aquellas cicatrices. Con
una tierna sonrisa, él prometió que iría a contarme toda la historia de aquel
próspero reino, y de cuánto le costó obtener
su paz.
6 Después de coronarnos,
Melquisedec nos hizo sentar alrededor de la gran mesa, y comenzó a servirnos el
pan y el vino; A partir de aquel momento, comenzamos a honrarlo como Sacerdote
del Dios Altísimo.
7 En un gesto de gratitud, tomé
el vaso repleto de perlas, y lo coloqué a los pies del rey. Tomándolo en los
brazos, él comenzó a acariciarlo, sin atentar hacia el brillo de las perlas.
Expresándome la gratitud por aquella ofrenda, me dijo que aceptaría el vaso y,
que de las perlas, solamente aceptaría el diezmo.
8 Inmediatamente comencé a contar
las joyas, separando las más bellas para el rey. Había un total de 1,440
perlas, de las cuales le entregué 144. Él las guardó cuidadosamente en una
cajita hecha de oro puro, en cuya tapa había lindos adornos con incrustaciones
de pequeñas piedras preciosas.
9 Después de recibir el diezmo
que simbolizaba la gran liberación operada por Yahwéh en la planicie,
Melquisedec llamó venir a él a uno de sus súbditos que era maestro en adornos y
pinturas, ordenándole honrar el vaso con un lindo grabado que retratase el
momento en que yo lo ofrendé.
10 Mientras el jarro era pintado,
Melquisedec comenzó a contarme la historia de su reino, desde su fundación
hasta aquel momento en que estábamos conmemorando la gran victoria sobre los
enemigos.
11 Al devolverme el vaso, ahora
honrado con el más bello grabado e inscripciones que exaltaban la justicia, la
humildad y el amor, el rey de Salem me ordenó que llevara conmigo el vaso con
aquellas perlas. Durante seis años yo y mis pastores deberíamos contar a todos
la historia de aquel vaso que fue victorioso por causa de la llama del
altar. A todos aquellos que, con
arrepentimiento, aceptasen la salvación representada por su historia,
deberíamos ofrecer una perla. Al final de los seis años, las perlas se
acabarían; Ya no habría oportunidad de salvación. Sobrevendría entonces el
séptimo año, en el cual habría un tiempo de gran angustia y destrucción, cuando
solamente habría protección para aquellos que poseyesen las perlas. Por esa
ocasión, las ciudades de la planicie serían totalmente destruidas por el fuego
del juicio, y los demás pueblos que no se arrepintiesen, serían diezmados por
grandes plagas.
Capítulo 7
Continúan
las revelaciones de Melquisedec. Acontecimientos que se verificarán en Rosh
Hashaná, en Yom Kipur y en la fiesta de Sukot. Seis años de oportunidad. La
santificación del día de reposo, señal de alianza con Yahwéh. La Nueva
Jerusalén revelada al final del séptimo año. La Venida del Mesías. La
resurrección de los fieles fallecidos y transformación de los vivos
victoriosos. Coronación de los justos en la Ciudad Santa. (Véase Crono. 3)
1 Sobre el triunfo que acabábamos de
obtener sobre numerosos ejércitos, Melquisedec, después de repetirme las
palabras dichas por el Mesías, dijo una señal que sería importante para
aquéllos que viviesen por la ocasión de la gran liberación de Israel. Afirmó
que, multiplicando las 144 perlas del diezmo por el número de columnas de su
palacio, encontraría el año que traería a su consumación la gran liberación de
Israel. Movido por la curiosidad, comencé inmediatamente a contar las columnas;
Eran 40 columnas de mármol, adornadas con piedras preciosas.
2 Al regresar al rey con el resultado de
los cálculos, él comenzó a hacer predicciones sobre los grandes acontecimientos
que tendrían lugar al final de aquél año:
3 —Al llegar la plenitud de los tiempos,
todos los esfuerzos humanos en busca de la paz se frustrarán. En aquel tiempo,
numerosas naciones se aliarán contra el
reino de Salem; Habrá una batalla como nunca hubo, y toda la tierra será
castigada por el fuego; Después de agotar ellos todos los recursos en su
defensa, Israel verá, con desesperación, incontables enemigos marchando contra
ellos, con el propósito de eliminarlos. Como Lot en su noche de angustia, ellos
verán morir su esperanza, cuando, en Rosh Hashaná, ha
de oírse en medio de las ruinas de Salem, los acordes armoniosos de un
laúd, tocados por un beduino de la tribu de Taamireh; Su música hará renacer la
fe y la esperanza en un mundo
mejor, donde nación no se levantará contra nación; donde las lágrimas, el dolor
y la muerte no existirán más. —
4 Después de consolar a los afligidos con
los acordes de su laúd, el beduino tomará el vaso con los pergaminos de la
tumba de David, y lo llevará sobre los hombros. En aquel día, estarán los pies
suyos sobre el Monte de los Olivos, y,
al clamar por la liberación de Israel, habrá un fuerte terremoto que agrietará
el Monte por la mitad, surgiendo del oriente hacia el occidente un enorme
valle. En aquel día, toda la tierra de Israel será fuertemente sacudida,
sobreviniendo una total destrucción para todos los ejércitos enemigos; Habrá,
sin embargo, salvación para todos aquéllos que, con arrepentimiento, se
refugiaron bajo las alas del Eterno, lanzando lejos de sí los instrumentos de
violencia.
5 Toda la humanidad testimoniará, con
espanto, las escenas de la liberación de los hijos de Israel. En aquel día,
muchos pueblos y poderosas naciones se establecerán al lado de Yahwéh de los
Ejércitos; Multitudes de los judíos de la diáspora se aproximarán, diciendo:
Nos iremos con vosotros, porque sabemos que el Eterno está de vuestro lado.
6 El Yom Kipur que seguirá a la liberación, será un día de purificación de
las impurezas de todos aquéllos que aceptaron la salvación; En aquel día
acabará la ceguera de los hijos de Jacob, y mirarán hacia Aquél a quien
traspasaron, y llorarán amargamente por él como se llora por un hijo unigénito.
7 En la fiesta de Sukot (cosechas) será
derramado el Espíritu de Dios sobre toda carne; Y sucederá que, todo aquél que
invoque el nombre de Yahwéh, será salvo, recibiendo una perla del vaso.
8 En el decorrer de los días de Sukot,
lluvias de bendiciones caerán sobre el inmenso valle, haciendo surgir a la
vista de todos los pueblos, en toda la tierra Santa, un paraíso repleto de
alegría y paz.
9 En
aquel día los elegidos de Dios comprenderán las palabras del libro:
10 "Oídme, vosotros, que procuráis la
justicia, vosotros que buscáis a Yahwéh. Mirad hacia la roca de la cual
fuisteis cavados, hacia la caverna de la cual fuisteis sacados. Mirad hacia
Abraham, vuestro padre, y hacia Sara, aquella que os dio a luz. Él estaba solo
cuando lo llamé, mas yo lo bendije y lo multipliqué. Yahwéh consoló a Sión,
consoló todas sus ruinas; él transformará su desierto en un Edén y su soledad
en un jardín. En ella encontrarán gozo y alegría, cánticos de acción de gracias
y sonidos de música".
11 En aquel día los redimidos mirarán hacia
el humilde beduino que liberó de la caverna el vaso de Abraham, y cantarán con
alegría:
12 "Cuán bellos son, sobre los montes,
los pies del mensajero que anuncia la paz, del que proclama buenas nuevas y
anuncia la salvación, del que dice a Sión: ¡Oh tu Dios reina! Porque Yahwéh
consoló a su pueblo, él redimió Jerusalén. Yahwéh descubrió su santo brazo a
los ojos de todas las naciones, y todos los extremos de la tierra verán la salvación
de nuestro Dios".
13 Durante seis años, toda la humanidad,
iluminada por la mayor revelación del amor y de la justicia de Yahwéh, tendrá
oportunidad de romper con el imperio del pecado, uniéndose a los hijos de
Israel en su marcha de purificación y restauración del reino de la luz.
14 Entonces acontecerá que, todos los
sobrevivientes de las naciones que marcharon contra Jerusalén, subirán, año
tras año, para postrarse delante del rey Yahwéh de los Ejércitos, y para
celebrar la fiesta de Sukot. Y acontecerá que aquélla de entre las familias de
la tierra que no suba y no venga, atraerá contra sí misma la plaga con la que
Yahwéh herirá a las naciones que no suban a celebrar la fiesta de Sukot.
15 En aquellos años de oportunidad, sonará
por todas partes del mundo el último convite de misericordia, en un intento por
que todos los pecadores se arrepientan y se unan en una eterna alianza con
Yahwéh, diciendo:
16 "Así dice Yahwéh: Observad el
derecho y practicad la justicia, porque mi salvación esta pronta a llegar y mi
justicia, a manifestarse. Bienaventurado el hombre que proceda así, y el hijo
del hombre que en esto se afirma, que guarda el sábado y no lo profana y que
guarda su mano de practicar el mal. No diga el extranjero que se entregó a
Yahwéh: —Naturalmente Yahwéh va a excluirme de su pueblo,— ni diga el eunuco:
—No hay duda, yo no paso de un árbol seco";— Pues así dice Yahwéh a los
eunucos que guardan mis sábados y optan por aquello que es mi voluntad,
permaneciendo fieles a mi alianza: “He de darles, en mi casa y dentro de mis
muros, un monumento y un nombre más precioso del que tendrían como hijos e
hijas; He de darles un nombre eterno, que no será extirpado. Y, en cuanto a los
extranjeros que se entregaren a Yahwéh para servirlo, sí, para amar el nombre
de Yahwéh y convertirse en sus siervos, a saber, todos los que se abstienen de
profanar el sábado y que se mantienen fieles a mi alianza, yo los traeré a mi
santo monte y los cubriré de alegría en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios
serán bien aceptados en mi altar. En efecto, mi casa será llamada casa de
oración para todos los pueblos".
17 En los seis años de oportunidad, Samael,
el gran engañador, en un gesto de desesperación, empleará todos los recursos
posibles para impedir la realización de Yahwéh a través de Su pueblo. En
oposición a la santificación del sábado que es la señal de la alianza entre
Yahwéh y sus escogidos, numerosas religiones, aliadas a gobernantes impíos,
impondrán otro día para el culto, no pudiendo comprar ni vender todos aquéllos
que se mantuvieren fieles a la alianza de Yahwéh. En aquellos años de pruebas,
los elegidos de Dios sobrevivirán mediante el cuidado de los ángeles, que los
conducirán distantes de las ciudades populosas que serán castigadas por las
siete últimas plagas que caerán sobre los impenitentes al final de los seis
años.
18 Durante
los seis años de la cosecha final, el Mesías edificará una Nueva y Eterna
Jerusalén, adornándola con los hechos de justicia de Sus escogidos. Esa Nueva
Jerusalén solamente será revelada al completarse toda la justicia divina, al
final del séptimo año, período en que los elegidos de Dios tendrán como desafío
vivir una vida sin culpas, pues cualquier acto de rebeldía en aquel tiempo,
estaría sin expiación, significando una eterna vergüenza para el Creador.
19 Al completarse los siete años, el Mesías
aparecerá en las nubes del cielo, acompañado por todas las huestes celestiales;
Al tocar Su trompeta en aquél gran Rosh Hashaná, los fieles fallecidos,
resucitarán revestidos de gloria; los vivos victoriosos, serán transformados en
un abrir y cerrar de ojos, recibiendo cuerpos perfectos; Juntos, todos los
redimidos serán arrebatados hacia la Nueva Jerusalén, en un viaje inolvidable
que comenzará en el primer día de la fiesta de Sukot; Después de siete días de
feliz ascensión, llegarán a La Ciudad Santa para conmemorar, delante del trono,
el octavo día de la fiesta. Como si fuese un sueño, los rescatados del Señor
entrarán en La Ciudad Santa, encontrando a su lado norte, el jardín del Edén,
en medio del cual se eleva el monte Sión, el lugar del trono de Yahwéh.
Coronados por el Mesías, los redimidos entonarán el cántico de la victoria,
haciendo vibrar por todo el espacio los acordes de sus arpas, laúdes y flautas.
Capítulo 8
Continúan las predicciones de Melquisedec. Abraham y sus pastores
proclaman la salvación represen-tada por la historia del vaso y su llama
redentora. Otorgan perlas a los creyentes. Un tiempo de opor-tunidad antes de
la calamidad. Las perlas del vaso no
tenían significado para Sara.
1 Después de proferir todas estas
predicciones, Melquisedec me dijo que toda la experiencia que estábamos
viviendo, era pre figurativa. Para que todo el drama se consumase, teníamos
todavía delante de nosotros acontecimientos importantes; primeramente, yo
debería regresar al Roble de Mambré juntamente con mis pastores, para proclamar
a todos la salvación representada por la historia de aquel vaso. Todo aquél
que, con arrepentimiento, aceptase al Mesías revelado, obtendría el perdón de
sus pecados, recibiendo una perla. Al final de seis años, al llegar la víspera
de Rosh Hashaná, las perlas se acabarían, no habiendo más oportunidad de
salvación. Por aquel tiempo, el fuego del juicio caería sobre las ciudades de
Sodoma y de Gomorra, habiendo terribles plagas sobre todos los infieles.
2 Al oír tales palabras del rey
de Salem, me sobrevino gran an-gustia, al acordarme de los últimos pasos de
Sara; Yo temía que ella, en su incredulidad, no aceptase una perla. Si esto aconteciese,
mis lindos sueños se echarían por tierra, pues no conseguiría ser feliz en su
ausencia. Leyendo en mis ojos la angustia, Melquisedec me consoló con una
promesa:
3 —Abram, de aquí a seis años
Yahwéh te visitará en tu tienda, y tu esposa será curada de su esterilidad.
Ella se convertirá y te dará un hijo que se llamará Isaac. —
4 Al finalizar la fiesta de
Sukot, retornamos a nuestras tiendas
junto al Roble de Mambré. A medida en que íbamos avanzando por el
camino, muchas personas nos rodeaban, admirados por la belleza del vaso repleto
de perlas; A todos contábamos la historia de su llama redentora, y ofrecíamos
las perlas a todos los que creyendo, aceptaban la salvación.
5 Cuando llegamos al Roble de
Mambré, una multitud de personas
en él esperaba; Muchos habían oído
hablar de la milagrosa liberación operada a través de aquel vaso que había sido
el blanco de tanto menosprecio. Ahora, todos estaban enmudecidos al verlo
glorificado.
6 Juntamente con mis
pastores, continuamos proclamando el
infinito amor de Yahwéh revelado por la llama. El número de aquellos que
procuraban obtener las perlas fue aumentando, día tras día, y todos éramos
felices.
7 Los días, los meses y años
fueron pasándose, y la cantidad de perlas fue disminuyendo dentro del vaso.
Estábamos viviendo ahora los últimos meses del sexto año, que era el último de
oportunidad. A medida en que los días se pasaban, aumentaba en mi corazón una
preocupación y una angustia, pues Sara hasta entonces no había tomado interés
en apoderarse de su perla, a pesar de mis constantes ruegos.
8 En aquellos momentos de
aflicción en que clamaba a Dios por la salvación de Sara, mi único consuelo
eran las últimas palabras del rey de Salem, de que al final de los seis años
ella sería transformada.
9 Vivíamos ahora los últimos días
del sexto año; La conciencia de que el tiempo se estaba agotando, hacía que
muchas personas me procurasen desde la mañana hasta la noche, para apoderarse
de las perlas de la salvación. Con el corazón herido por inexpresable
aflicción, yo insistía con Sara, procurando convencerla de su necesidad en
tomar, cuanto antes, una perla, pues las mismas se estaban haciendo cada día
más escasas. Sin considerar mi angustia, Sara desdeñaba mis solicitudes,
afir-mando que aquellas perlas no tenían ningún significado para ella.
Capítulo 9
Abraham intenta convencer a Sara sin tener éxito. Abraham recibe con
hospitalidad a tres peregrinos. El Señor convierte a Sara y le bendice, le
entrega dos perlas, una para ella y otra para su hijo. Abraham cae a los pies
de su Redentor y recibe la última perla.
1 Después de una noche en vela en
que, desesperadamente, procuré convencer a mi amada de posesionarse de su
perla, aceptando la salvación representada por aquel vaso, vi el sol surgir
trayendo la luz del
último día —víspera de Rosh
Hashaná. — Al mirar hacia dentro del vaso en aquella mañana, vi que restaban
apenas tres perlas. Al admirarles el brillo, comencé a imaginar que la más
brillante sería para mi hijo prometido, la de brillo intermedio sería la de
Sara, y la última sería la mía. Ese pensamiento me trajo alivio y esperanza;
Pero, al mismo tiempo, comencé a preocuparme con la posibilidad de que llegaran
personas procurando obtenerlas; Si viniesen, yo no podría negarles el derecho a
ellas.
2 Tomado por esa preocupación,
permanecí sentado bajo el Roble de Mambré. En el transcurso del día, me
sobrevino un gran estremecimiento cuando vi a lo lejos tres peregrinos que
caminaban rumbo a nuestra tienda. Comencé a clamar a Dios que ellos cambiaran
de rumbo, pero mis clamores no fueron atendidos. Dominado por una gran
amargura, corrí hasta ellos, y, después de postrarme, los invite hacia la
sombra.
3 Tomando una vasija con agua,
comencé a lavarles los pies, limpiándolos del polvo del camino. Al ver los pies
heridos y ampollados de aquéllos hombres, sentí compasión por ellos; Comprendí
que habían venido de muy lejos, enfrentando peligros y desafíos, con el
propósito de obtener a tiempo las perlas. Vi que ellos eran mucho más
merecedores que yo, Sara y nuestro hijo prometido.
4 Al lavar los pies del tercero,
mi corazón que hasta entonces estaba afligido, se lleno de paz y alegría; Imaginaba en aquel momento, cuán
terrible sería si aquél tercer peregrino, no se hubiese unido a los dos
primeros en aquel trayecto; En ese caso yo estaría obligado a tomar la última
perla, subiendo sin mi amada a Salem. Si tuviera yo que pasar por esa
experiencia, la perla que simbolizaba la alegría de la salvación, se
convertiría para mí en un símbolo de soledad y tristeza, pues la larga vida del
cariño de Sara, sería para mí el mayor castigo, como la propia muerte.
5 Después de lavarles los pies,
comencé a servirles el alimento que fue especialmente preparado para ellos.
Mientras les servía en silencio, estaba yo esperando el momento en que me
preguntarían por las perlas. Pero sin revelar ninguna prisa, ellos hablaban
sobre la larga caminata que hicieron, sobre las ciudades por donde habían
pasado. Yo les pregunté si conocían Salem; Ellos me respondieron
afirmativamente, agregando que en aquellos seis años, muchas obras habían sido
realizadas en aquélla ciudad, en preparación para una gran fiesta que estaba
por realizarse dentro de un año más, por la ocasión de Sukot.
6 Las palabras de aquél tercer
peregrino, el más conversador de los tres, comenzaron a traerme, misteriosamente,
un sentimiento de esperanza. Al mirar hacia sus ojos azules, Vi que él se
parecía a Melquisedec.
7 Recordaba la última promesa
hecha por el rey de Salem, cuando el tercer peregrino me preguntó con una
sonrisa:
8 —Abram, ¡¿Donde está Sara tu
mujer?!—
9 Atónito, le pregunté:
10 — ¿Cómo sabes mi nombre y el
nombre de mi esposa?—
11 El peregrino, me respondió:
12 —No solamente sé vuestros
nombres, sino también sé que, de aquí a un año vosotros tendréis un hijo que
será llamado Isaac. —
13 Al oír las palabras del
visitante, corrí hacia dentro de la tienda a fin de llamar a mi esposa, para
que oyese las palabras de aquél peregrino.
14 Al verla, el peregrino le
preguntó:
15 — ¿Sara, porqué os reís de mis
palabras?—
16 Asustada, Sara, contestó:
17 — ¡Yo no reí mi señor!
18 —No digáis que no reísteis,
pues yo os vi riendo dentro de la tienda. — Afirmó el peregrino.
19 Consiente de estar
delante de alguien que conocía su interior, Sara le preguntó:
20 — ¡¿Quién eres tú Señor?!
21 — ¡Yo Soy la llama que se
desprendió del Fuego del Altar para estar en el vaso de tu esposo! ¡Yo Soy el
Mesías, el Yahwéh que sufre humillaciones y desprecios por amor a Su pueblo!—
22 Habiendo hecho esta
revelación, el peregrino extendió Sus manos sobre la cabeza de Sara para
bendecirla; Solo hasta entonces vi, que ellas estaban marcadas por cicatrices
semejantes a las del rey de Salem.
23 El peregrino, con mucha
ternura, comenzó a hablar al corazón de mi amada, rescatándola de su caverna de
incredulidad:
24 — ¡Sara, valiosa eres a mis
ojos! ¡Todo tu pasado de incredulidad e infertilidad está perdonado! ¡Tengo
para ti un futuro glorioso, pues tú te con-vertirás en madre de muchos pueblos
y naciones!—
25 Después de decir estas
palabras, el noble visitante se encaminó hacia el vaso e, inclinándose, tomó de
el las tres perlas restantes. Dirigiéndose a Sara, le entregó dos perlas, y le dijo:
26 —Una es para ti y la otra es
para tu hijo Isaac. —
27 Con la vida transformada por el amor de Yahwéh, Sara se postró
agradecida a los pies de aquél peregrino que la había salvado en el último
momento de oportunidad. Cuando la vi postrarse sumisa, mi corazón por tantos
años afligido, se rompió en lágrimas de alegría y gratitud, y caí a los pies de
mi Re-dentor y Rey.
28 Después de consolarnos con la
certeza de nuestra eterna salvación, el peregrino me entregó la última perla.
Cuando la apreté en mis manos sentí una gran luz de alegría y paz penetrar todo
mi ser, y comencé a alabar al Eterno por la certeza de que tendría para siempre
a mi lado a mi querida Sara y al hijo de la pro-mesa que, dentro de un año
nacería.
Capítulo 10
Abraham
acompaña al Señor hasta la colina desde donde el Señor envía a sus dos
compañeros a una misión. Yahwéh se lamenta por la destrucción que habrá de sobrevenir
a los habitantes de las ciu-dades de aquel hermoso valle. Abraham intercede por aquel pueblo. No había
diez justos en Sodoma y Gomorra. Lamentación de Yahwéh. Los dos compañeros son
enviados para rescatar a Lot y sus hijas. Abraham se postra agradecido a Yahwéh
por la intervención en el rescate de sus familiares.
1 Después de estas cosas, Yahwéh se
despidió de Sara y de los pastores que allí se encontraban, y me invitó a que
los acompañara hasta la colina que esta frente al valle. Cuando llegamos a
aquel lugar, el Eterno se despidió de sus dos compañeros, enviándolos a una
misión especial en Sodoma.
2 De la cima del monte contemplábamos los
fértiles valles y bosques que, como un paraíso, se extendían en ambos márgenes
del río Jordán, circundando las prósperas ciudades, dentro de las cuales se
destacaban Sodoma y Gomorra.
3 Fue sobre aquella colina que, después de
la contienda entre mis pastores y los pastores de Lot, le di la oportunidad de
escoger el rumbo a seguir, pues no podríamos permanecer juntos. Atraído por las
riquezas de la campiña, él decidió mudarse hacia allá.
4 Al mirar hacia mi compañero que
permanecía en silencio desde el momento en que vimos la campiña, me sorprendí
al verlo llorando. Le pregunté el motivo de su tristeza, y Él, sollozando
respondió:
5 —Este es para mí un día de mucha
tristeza, pues por última vez mis ojos podrán posarse sobre este valle fértil.
¡Lloro por los habitantes de esas ciudades que no saben que sus días acabarán!—
6 La declaración de Yahwéh me trajo el
recuerdo de todos aquéllos cautivos que habían sido liberados seis años antes;
lamentablemente, casi todos rechazaron el baño de la purificación, regresando
inmundos hacia sus casas; Únicamente Lot y sus hijas aceptaron la salvación,
tomando posesión de sus perlas. Pensando en alguna posibilidad de liberación
para aquél pueblo, pregunté al Señor:
7 — ¿Y si acaso existe en aquellas
ciudades, cincuenta personas justas, aún así serían ellas destruidas?—
8 Yahwéh me dijo que si hubiese cincuenta
justos, toda la planicie sería perdonada.
9 — ¿y si hay 45 justos?—
10 —Si hubiese allí 45 justos, todas
aquellas ciudades serían perdonadas. —
11 Continué con mis indagaciones hasta
llegar al número diez. Yahwéh me dijo que si hubiese 10 justos en aquellas
ciudades, toda la planicie sería perdonada.
12 Torturado por una inexpresable agonía de
espíritu, Yahwéh volvió a llorar amargamente, mientras que con voz embargada,
pronunciaba un triste lamento:
13 —Sodoma y Gomorra, cuántas veces quise
Yo juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las
alas, mas vosotras no aceptasteis mi protección. ¡¿Por qué es que vosotras
cambiasteis la luz de mi salvación, por las tinieblas de este reino de muerte?!
¡Mis oídos están atentos en busca de, por lo menos una plegaria, mas todo es
silencio! ¡Mis manos están extendidas, prontas a impedir el fuego del juicio,
mas vosotras rechazáis mi socorro!—
14 Inclinándome al lado de mi sufridor
compañero, me uní a Él en la lamentación. En aquel momento de dolor, tuve la
certeza de que Melquisedec también sufría por todos aquellos que habían
cambiado el amor y la paz de Salem, por las ilusiones de aquel valle de
destrucción.
15 Después de un largo llanto, Yahwéh me
consoló, con la revelación de sus dos compañeros, se encontraban en aquel
momento en Sodoma, con la misión de salvar a Lot y a sus hijas librándoles de
la muerte. Sus palabras me trajeron gran alivio, y me postré agradecido a sus
pies.
Capítulo
11
Yahwéh
comisiona a Abraham registrar en un rollo la historia del Vaso, así como la
historia de Salem, para posteriormente entregarlo dentro del Vaso a
Melquisedec. Destrucción de Sodoma y Gomorra. Abraham se lamenta en extremo.
1 Antes de partir, Yahwéh me encargó una
misión, diciendo:
2 —Toma un rollo vacío y registra en él la
historia del vaso y la historia de Salem, conforme oísteis de los labios de
Melquisedec. Dentro de un año, tú y todos aquellos que aceptaran la salvación,
deberán subir a Salem para la fiesta de Sukot; En aquel día, devolverán al rey
de Salem el vaso, ofreciendo dentro de él como presente, el rollo. —
3 En aquella misma tarde, en obediencia a
las órdenes de Yahwéh, comencé a registrar la historia vivida por mí y por mis
pastores, desde el momento en que partí rumbo al valle, llevando sobre la
espalda el vaso con su llamarada.
4 Al día siguiente, el sol ya iba alto,
cuando, al mencionar la ciudad de Sodoma en el manuscrito, recordé que aquel
era el día de su destrucción. Con el corazón acelerado, corrí hacia allá y me
quedé espantado con el escenario que se extendió delante de mis ojos: En lugar
de aquél valle fértil, semejante a un paraíso, había un desierto humeante, sin
vida alguna; En lugar de las ciudades de Sodoma y Gomorra, había un cráter
profundo, hacia donde las aguas del mar salado escurrían.
5 Quebrantado ante esa visión de
destrucción, volví a la tienda con el corazón entristecido. El recuerdo de
tantas personas que, por rechazar el perdón divino, habían sido consumidas por
el fuego, me dejaba profundamente debilitado. En los días siguientes, no
encontré fuerzas para escribir; Regresé otras veces a la colina, con la
esperanza de que todo aquello fuese una pesadilla, pero en lugar del valle
fértil yo solamente conseguía percibir aquel caos.
6 Demoré varios días para que yo volviera a
tener el ánimo de proseguir con los escritos del rollo.
El Libro Melquisedec contiene 3 Historias, a saber:
PARTE 1: La Historia de Un Vaso. Abraham, por mandato divino, registra en un Rollo, los acontecimientos relacionados con La Gran Liberación que tuvo lugar en la ocasión cuando Lot y los cautivos fueron liberados por la intervención de Abraham y sus pastores (Gén. 14).
Leer Libro de Melquisedec (Historia de un Vaso) Clic Aquí
PARTE 2:La Historia de Salem. Abraham, por mandato divino, también registra en el rollo la Historia que le relató Melquisedec sobre el desenlace de los acontecimientos relacio
nados con Salem, la ciudad de la Paz, o JERUSALEM su ciudad amada.
Leer Libro de Melquisedec (Historia de Salem) Clic Aquí
PARTE 3: La Historia del Universo. Melquisedec, por mandato divino, registra en un Rollo, la revelación que recibió por medio de un ángel de Luz, donde se le revela el origen de la Historia, aún desde "antes de la fundación de este mundo", cuando el ser humano todavía no estaba sobre la tierra. Además de acontecimientos que trascienden hasta la culminación de la Victoria del Reino de la Luz, la Victoria del Trono de Dios y del Cordero.
Leer Libro de Melquisedec (Historia del Universo) Clic Aquí
PUEDES VER LA PRIMERA PARTE DE ESTA SERIE
TESOROS DE QUMRAM PARTE 1
ESTIMADOS NO ENTIENDO ACERCA DE LOS SUCESOS DESCRITOS YA QUE SE MENCIONAN FIESTAS COMO ROSH HASHAN , SUCOT, COSAS QUE SUCEDIERON 400 MAS TARDE, COMO SE QUE ESTAS LINEAS POR USTEDES ESCRITAS COMO FIELES TRADUCCIONES SON VERDADERAS.
ResponderBorrarMuchas Gracias por tu comentario, debes saber que las fiestas del Eterno descritas en la biblia son solo sombra de lo que se celebra en la eternidad. Recuerda que cuando Hashem le permitió ver a Moisés y a Ezequiel el modelo del templo y de los elementos sagrados todo esto ya existía. Revisa este link : http://guardianesuniversus.blogspot.com.co/2013/06/los-manuscritos-del-mar-muerto-o-tollos.html Cordialmente Yazzmin Batya PSDTA: Perdona la demora en la respuesta apenas la vi hoy.
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